�Es Necesario el Sistema de Doble Vuelta?
�Es Necesario el Sistema de Doble Vuelta?
El primer indicador de necesidad est� dado por el nivel de actividad institucional. �En qu� medida es preciso recurrir a la segunda vuelta en aquellos sistemas electorales que la requieren? �En qu� grado es este mecanismo capaz de alterar el resultado final del proceso electoral? De 39 elecciones presidenciales ocurridas bajo un sistema de balotaje entre 1979 y 2002, solamente 21 demandaron una segunda vuelta electoral. Es decir que en el 46 por ciento de los casos, la segunda vuelta fue innecesaria. En 14 de estos veinti�n casos, el resultado de la primera elecci�n fue confirmado en segunda vuelta. Por lo tanto, cabe afirmar que, ceteris paribus, un sistema de elecci�n por mayor�a simple hubiese generado el mismo resultado electoral en el 82 por ciento de los casos (32 elecciones sobre 39).
El segundo indicador de necesidad institucional se basa en un an�lisis contraf�ctico. �Qu� grado de legitimidad electoral hubiese sido alcanzado por aquellos presidentes electos bajo un sistema de doble vuelta en caso de que la elecci�n hubiese tenido lugar bajo un sistema de mayor�a simple? �Hubieran alcanzado suficientes votos como para gobernar confortablemente? Para responder a esta pregunta, es preciso analizar los resultados alcanzados por los candidatos ganadores en la primera vuelta electoral, y comparar su rendimiento con el de aquellos candidatos que han ganado elecciones bajo el sistema de mayor�a simple.
La Tabla 1 muestra que los candidatos presidenciales en pa�ses que utilizan la doble vuelta electoral no reciben, durante la elecci�n inicial, un porcentaje de votos significativamente menor al del promedio de los candidatos latinoamericanos (la diferencia no llega al 1 por ciento). La diferencia entre el promedio de votos en sistemas que aplican doble vuelta y sistemas que aplican mayor�a simple es de apenas 4 por ciento. Si bien esta diferencia es estad�sticamente significativa (al .05, test t unilateral), no resulta del todo claro por qu� el candidato promedio que obtiene el 48 por ciento de los votos puede transformarse en un presidente leg�timamente electo bajo un sistema de mayor�a simple, mientras que un candidato t�pico que obtiene el 44 por ciento de los votos bajo un sistema de doble vuelta es considerado incapaz de alcanzar un m�nimo umbral de legitimidad.
Tabla 1 Porcentaje de votos promedio obtenido por el ganador de la primera vuelta electoral, de acuerdo con el sistema electoral para la segunda vuelta (1979-2002)
M�todo en Segunda Vuelta |
Promedio Primera Vuelta |
N |
Desv�o est�ndar |
Indirecto (Elecci�n legislativa) |
36.6 |
7 |
10.19 |
Directo (Balotaje) |
44.2 |
39 |
10.47 |
Ninguno (mayor�a relativa) |
48.4 |
30 |
9.59 |
Total |
45.1 |
76 |
10.57 |
Si consideramos solamente los sistemas que emplean doble vuelta con un umbral del 50 porciento, la diferencia entre los dos grupos asciende al 6 por ciento. Esta diferencia es ciertamente m�s considerable, pero tampoco ofrece un respaldo sustancial para establecer la necesidad imperiosa del sistema de balotaje. En promedio, los candidatos ganadores reciben el 42 por ciento de los votos en la primera vuelta, lo que sugiere que la elecci�n del presidente por mayor�a relativa podr�a ser posible en muchos casos sin comprometer la legitimidad de la elecci�n.
En un mundo sin costos, la irrelevancia del mecanismo de doble vuelta podr�a ser ignorada como un problema menor. Pero el problema es que el proceso electoral es costoso y complejo, y el balotaje incrementa innecesariamente sus costos y complejidad. Por ejemplo, fue la presi�n de la campa�a electoral extendida en una doble vuelta que llev� a los operadores de Ernesto Samper en Colombia (1994) a aceptar fondos provenientes del Cartel de Cali (Medina Serna 1997).
Una posible defensa del sistema de balotaje radica en que estos costos adicionales representan un "seguro" frente a posibles elecciones con un alto grado de fragmentaci�n que fracasen en producir un ganador m�nimamente leg�timo. Esta posibilidad es real: entre 1979 y 2002, el candidato ganador de la primera vuelta ha logrado, en promedio, un porcentaje de votos 3.8% menor al umbral m�nimo requerido. Y a pesar de que el mecanismo de doble vuelta sea usualmente innecesario, existen circunstancias extremas en las que resultar�a imprescindible, ocasiones en las que el electorado est� altamente fragmentado y ning�n candidato es capaz de adquirir un mandato s�lido a trav�s del sistema de pluralidad. De hecho, esta fragmentaci�n electoral es caracter�stica de los sistemas de partidos d�biles (Mainwaring y Scully 1995), lo que lleva a que este problema se repita en forma consistente en ciertos pa�ses. En Ecuador, por ejemplo, el candidato ganador promedio en primera vuelta durante 1980 y 2001 ha recibido 29.7 porciento de los votos. En Guatemala, 37.1 por ciento. Es en estos casos, podr�a argumentarse, el sistema de doble vuelta es no solamente necesario, sino fundamental para garantizar la gobernabilidad democr�tica.
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