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I. DEMOCRATIZACIÓN, DINERO Y POLÍTICA
El (r)establecimiento de la democracia a lo largo y ancho de América Latina, con la única excepción de Cuba, unido a la
consiguiente rehabilitación de los procesos electorales como elemento central de la competencia por el poder político llevó a
los partidos a recuperar su papel de actores principales de la escena política.
Este proceso ha permitido a las organizaciones partidarias legitimarse progresivamente como entidades autónomas, provistas de
personalidad jurídica plena mediante su constitucionalización, y con funciones de carácter general e interés colectivo.
Consecuencia de ello, así como debido al progresivo encarecimiento de las campañas electorales, cada vez más apoyadas en la
mercadotecnia, asesores extranjeros, encuestas y "focus groups", los gastos político-electorales han experimentado un crecimiento
exponencial.
Asimismo, la necesidad no sólo de mantener aparatos partidarios en funcionamiento permanente sino, además, la de llevar a cabo
campañas electorales crecientemente costosas, ha colocado a los partidos frente al problema de tener que recaudar grandes sumas, sin indagar
muchas veces el origen de esos dineros o, incluso, cerrando los ojos ante lo obvio de los hechos. Se ha ido abriendo así, paulatinamente, la
puerta al financiamiento ilegal, al predominio cada vez mayor de fuertes grupos económicos, al tráfico de influencias y al flagelo
del narco-financiamiento.
Frente a este complejo escenario, y en forma similar a lo ocurrido en Europa continental, en la gran mayoría de los países
latinoamericanos se introdujo por ley, durante las últimas décadas, bajo distintas modalidades la figura de la subvención
pública dirigida a ayudar a los partidos políticos a hacer frente a sus gastos propagandísticos y -en ciertos casos- a sus
actividades permanentes 5. Junto a estas normas, se elaboraron también otras tendentes a regular lo relativo a las
contribuciones de origen privado y se introdujeron mecanismos para ejercer un mayor control público sobre las transacciones financieras de
los partidos 6.
Sin embargo, pese a estas medidas, la independencia partidaria respecto de los intereses particulares se encuentra hoy amenazada como
consecuencia de la creciente necesidad que tienen los partidos políticos de contar cada vez con mayores sumas de dinero. De esta manera, el
tema del "financiamiento político" -entendiendo por tal la política de ingresos y egresos de los partidos tanto para sus
actividades electorales como permanentes-, ha venido cobrando importancia creciente, al igual que en otras partes del mundo. Lo anterior es
consecuencia, entre otras razones, de la proliferación de escándalos que han puesto al descubierto las prácticas ilegales de
recaudación y contribución, contrarias a los fundamentos de una doctrina democrática y que evidencian, al mismo tiempo, las
graves debilidades que existen actualmente en relación con los mecanismos de control previstos en las diferentes legislaciones electorales y
de financiamiento político de los países de la región 7.
GRÁFICO Nº 1
CLASIFICACIÓN DEL FINANCIAMIENTO POR EL ORIGEN Y SU DESTINO |
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Sobre la base de estos elementos, esta materia se ha constituido en la actualidad en una de las cuestiones centrales de la agenda
política de la región, no sólo por sus efectos negativos (tráfico de influencia, narco-política,
corrupción), sino también como condición sine qua non -junto a la importante cuestión del acceso a los medios de
comunicación- para la celebración de procesos electorales verdaderamente competitivos 8.
Asimismo, este tema está estrechamente relacionado con el desencanto democrático de nuestros días 9. Los escándalos continuos de corrupción por una parte, y de narco-financiamiento por la otra, no hacen otra cosa
que profundizar el sentimiento de repudio que grandes sectores de la ciudadanía sienten actualmente respecto de la política y de los
políticos, generando incluso en algunos países condiciones que afectan la estabilidad y gobernabilidad política. El
desconocimiento público que caracteriza actualmente el funcionamiento de los partidos en general y específicamente su comportamiento
financiero, rodea de sospecha la actividad partidaria y el proceso democrático. Dicha sospecha proviene no sólo de los
escándalos de corrupción revelados y comprobados sino también de la "apariencia de corrupción", originada por la falta
de transparencia respecto de la totalidad de los fondos adquiridos y utilizados, así como por las acusaciones entre los mismos partidos y
candidatos mediante las cuales se atribuyen unos y otros el manejo u origen dudoso de sus fondos 10. País tras
país, encuesta tras encuesta, constatamos la pobre imagen que la ciudadanía tiene de los partidos políticos y de sus
dirigentes, a quienes perciben como corruptos, faltos de transparencia, persiguiendo únicamente sus propios intereses, e incumpliendo, en la
mayoría de los casos, las promesas hechas durante la campaña electoral 11.
Lo anterior trae aparejado varias consecuencias negativas para la legitimidad del sistema democrático. En primer lugar, la pérdida
progresiva del prestigio de la política, la cual pasa a estar bajo sospecha, aunada a un incremento marcado de la antipolítica y la
consecuente aparición de "outsiders" 12. En segundo término, un pronunciado desinterés por la
política, en especial de los jóvenes, lo cual se traduce, entre otras consecuencias, en un aumento de los votos en blanco y votos
nulos, una disminución en la identificación y afiliación partidaria, así como en un incremento del abstencionismo
(Colombia, El Salvador, Guatemala, Haití y Venezuela, para citar algunos de los casos más recientes) 13. Y
finalmente, el ensanchamiento de la brecha entre los ciudadanos y la política así como el incremento del cinismo de cara a
ésta, todo lo cual repercute en una pérdida progresiva de la confianza respecto de las principales instituciones de la democracia
representativa; fenómeno que de no ser corregido a tiempo, tarde o temprano, puede llegar a afectar la legitimidad misma de la democracia
como sistema 14.
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