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Reforma pol�tica: El control del financiamiento partidario
Por Alberto Ricardo Dalla Via
Vicepresidente de la C�mara Nacional Electoral.
Vicepresidente de la Asociaci�n Argentina de Derecho Constitucional.

La crisis no es solamente una encrucijada -en el sentido m�s griego de la palabra- sino tambi�n una oportunidad. Si, como dec�a Erich Fromm, la libertad consiste en optar, la crisis puede ser tambi�n una oportunidad para la libertad. Porque en este tema tambi�n est� en juego la idea misma de la democracia. Lo digo sin ninguna exageraci�n ni pretensi�n desmedida.

Est� en juego la lealtad en la lucha por el poder p�blico y por ende la transparencia de los actos que conducen a la voluntad pol�tica; en �ltima instancia la salvaguardia del principio democr�tico. Sabemos que el tema no es f�cil ni sencillo, en "Econom�a y Sociedad" dice Max Weber lo siguiente: "las finanzas de los partidos constituyen para la investigaci�n, por razones comprensibles, el cap�tulo menos claro de su historia y, sin embargo, uno de los m�s importantes".

El tema no es nuevo, ni mucho menos, ni las dificultades tampoco, sobre todo cuando se trata de encuadrar hechos y pr�cticas usuales en normas jur�dicas de aparente rigidez. Por eso nos recordaba Ortega y Gasset con proverbial inteligencia "mejor que combatir los abusos es cambiar los usos", aunque esto �ltimo tampoco sea muy f�cil.

Uno de mis m�s ilustres predecesores en la c�tedra de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, el Dr. Arist�bulo Del Valle ense�aba a sus alumnos en las clases que la publicidad de los actos era una de las notas esenciales de la forma republicana de gobierno, ense�anza inolvidable que inmortalizara su sucesor el Dr. Manuel Augusto Montes de Oca en sus "Lecciones de Derecho Constitucional".

Sin embargo, pocos d�a antes, Mitre organizaba una insurrecci�n contra el Gobierno Nacional, luchando en La Verde y en San Luis contra las tropas federales, por entender que Sarmiento hab�a favorecido con fondos del gobierno y con maniobras de fraude el triunfo de Avellaneda.

En los Estados Unidos, por su parte cuenta Thayer que cuando George Washington se present� para la C�mara de Burgueses de Virginia en 1757, ofreci� a sus amigos los "medios habituales de ganar votos" , es decir 150 litros de ron, medio quintal de ponche de ron, 170 litros de vino, 230 de cerveza y 10 litros de sidra real.1

En los dos siglos siguientes, el m�todo de lograr la presidencia -o cualquier otro cargo- cambi� radicalmente. Mientras que los primeros candidatos hab�an satisfecho sus gastos de campa�a de su propio bolsillo, para mediados del siglo XIX los pol�ticos necesitaban organizaci�n y dinero para poder optar a cargos electivos.

En la elecci�n Kennedy-Nixon de 1960, los gastos de campa�a para la presidencia en E.E.U.U. ascendieron a 25 millones de d�lares. El gasto en todas las campa�as de aqu�l a�o fue de 175 millones de d�lares. Se ha estimado que la familia Kennedy prest� personalmente cuatro (4) millones. Hacia 1972, los desembolsos hab�an aumentado enormemente: 105 millones en las presidenciales Nixon-Mc Govern y 250 millones por todo el pa�s.

En 1974 el Congreso sancion� una nueva regulaci�n tendiente a controlar los gastos de las campa�as, limitando las cantidades que los particulares pod�an donar como as� tambi�n las sumas de sus fortunas personales que pod�an gastar los propios candidatos. La constitucionalidad de esa legislaci�n ser�a ponderada por la Suprema Corte en el caso "Buckley v. Valeo" donde subyace el paradigm�tico problema de la libertad de expresi�n.

El Tribunal dijo en aqu�lla oportunidad que las donaciones de particulares proporcionan apoyo a la expresi�n de un tercero, y por ello, una limitaci�n de la donaci�n era una restricci�n s�lo marginal de los derechos de la I Enmienda del donante.

En la misma sentencia, la Suprema Corte decidi� que prevenir la corrupci�n y la llamada "apariencia de corrupci�n" era una justificaci�n constitucionalmente importante, se�al�ndose tambi�n que " en la medida en que se aportan contribuciones cuantiosas para asegurarse un "quid pro quo (desv�o de lo que es correcto) pol�tico de los actuales o eventuales funcionarios, se socava la probidad de nuestro sistema de democracia representativa". 2 Por �ltimo, se destac� que las exigencias de declaraci�n y registro de las contribuciones constituyen un elemento esencial para detectar violaciones a las prescripciones legales. 3

Se pregunta Alain Turaine " Puede hablarse de democracia cuando las elecciones descansan en el papel de los roten borouhts, como en la Inglaterra del siglo XIX, en la distribuci�n de dinero en las circunscripciones rurales de Jap�n , o cuando los partidos italianos deducen un gravoso diezmo de una gran parte de los contratos firmados entre las empresas p�blicas? Los italianos, , manifestaron masivamente en abril de 1993 su rechazo a ese sistema que transformaba a su pa�s en tangentopoli.

As� como no hay democracia sin dem�cratas ni rep�blica sin republicanos, de lo que se trata, en definitiva, es del efectivo fortalecimiento de los partidos pol�ticos como "instituciones fundamentales del sistema democr�tico" conforme los define el art�culo 38 de la Constituci�n. Y es el mismo art�culo el que expresamente establece que "los partidos pol�ticos deber�n dar publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio".

Y m�s importante a�n, la Constituci�n manda a los partidos a dedicar parte de los fondos que reciben a la capacitaci�n de sus dirigentes. Como dec�a Sarmiento, la primera obligaci�n pol�tica consiste en "educar al soberano", tanto m�s hay educar a quienes pretenden representar a ese mismo pueblo soberano.

No por dif�cil la tarea dejar� de ser asumida. Por el contrario, si el Poder Judicial que a decir de Hamilton, no tiene ni la bolsa ni la espada sino solamente el juicio, contin�a mereciendo, a pesar de las vicisitudes pasadas, el control de los controles de la democracia constitucional; debe sincerarse el debate porque las leyes de la pol�tica a pesar de no ser exactas como las de la f�sica o la matem�tica; no son por ello menos inexorables y para que el Estado de Derecho subsista es necesario que a toda concentraci�n del poder estatal, as� como a toda ampliaci�n del marco de los derechos individuales se contraponga, como l�gico contrapeso necesario, un incremento de los controles y una afirmaci�n de las responsabilidades.

Cito a Giovanni Sartori en su "Ingenier�a Constitucional Comparada" cuando se refiere a "lo dif�cil de la pol�tica" con las siguientes palabras "...la administraci�n de la pol�tica era mucho m�s f�cil hace un siglo. La creciente dificultad de la pol�tica se debe a varias razones. Intelectualmente se remonta a los finales de los a�os sesenta, cuando la revoluci�n de los estudiantes sac� a la luz una nueva clase de primitivismo democr�tico. Sin embargo, las semillas de la pol�tica dif�cil son igualmente tecnol�gicas y tienen mucho que ver con la videodemocracia. En el �nterin nos enfrentamos a procesos degenerativos, en especial al aumento de la corrupci�n pol�tica, que corrompe a la propia pol�tica"

Es indudable que el crecimiento de las campa�as electorales por la aparici�n del "marketing pol�tico", los medios electr�nicos, los asesores de imagen y en especial por la televisi�n que cumple un rol determinante, se ha dado de manera inversamente proporcional a la disminuci�n de los fondos de las agrupaciones partidarias.

Si bien los rubros de gastos en que incurren los partidos pol�ticos es muy amplio, la fuente mayor de financiamiento se encuentra en la televisi�n. Este medio de comunicaci�n masivo ha encarecido las campa�as. Aprovechando la crisis de los partidos pol�ticos, la televisi�n ha centrado la pol�tica en sus escenarios, personalizando las campa�as y creando la necesidad de invertir publicidad que suele ser muy costosa.

En consecuencia, el financiamiento de los partidos pol�ticos ha encarecido los presupuestos electorales y su aplicaci�n, as� como su supervisi�n y control, representa una pesada carga administrativa. 4

Un autor mexicano ha resumido todo este problema diciendo que "un pol�tico pobre es un pobre pol�tico" . La frase pude sonar ir�nica y graciosa, pero est� impregnado de crudo realismo. Frente a eso, quisiera contraponer los grandes principios del Derecho, los que acu�aron los romanos en tablas a partir del 476 antes de Cristo y que todav�a hoy perduran . Entro todos ello recuerdo s�lo uno: "No confundir el erario con el peculio"

En el fallo 3010/2002 la C�mara Nacional Electoral , en su nueva integraci�n, se�al� que se encontraban en juego las siguientes cuestiones:

  1. la necesidad de que exista un equilibrio razonable entre los recursos de los distintos partidos pol�ticos en la competencia electoral;
  2. la fiscalizaci�n de los fondos del erario p�blico;
  3. el control de posibles pr�cticas il�citas de recaudaci�n y contribuci�n a trav�s de v�as que la ley vigente por su imperfecci�n no alcanza a conjurar (vgr. r�gimen jur�dico especial para las fundaciones)
  4. la existencia de publicidad encubierta bajo la apariencia de "campa�a de puesta en conocimiento de las acciones de gobierno"; o de un modo m�s gen�rico
  5. el peligro que representa el dinero como fuente de influencias en beneficio de intereses particulares por encima del bienestar general, etc.

Lo que est� en claro, en todo caso, es que la ciudadan�a reclama mayor participaci�n, quiere ser protagonista del proceso pol�tico y no un mero espectador. En ese contexto, con respecto a la cuesti�n que aqu� tratamos aparece una demanda de mayor transparencia en el manejo de los fondos p�blicos que va unida a una mayor percepci�n del denominado "derecho a la informaci�n".

Una destacada especialista sobre "Financiamiento de los Partidos Pol�ticos" la Dra. Delia Ferreira Rubio se�ala, " El secreto sobre la fuente de los recursos econ�micos de los partidos y candidatos, y el misterio sobre la utilizaci�n de estos fondos representa un serio reto a los principios democr�ticos. En efecto, la falta de publicidad permite que ingresen recursos de dudosa legitimidad, o incluso ilegales, e impide al poder p�blico y sobre todo a la ciudadan�a un conocimiento efectivo de quien est� detr�s de cada partido o candidato" 5

En un fallo de la Suprema Corte de los Estados Unidos se invoca la advertencia de Brandeis, en el mismo sentido cuando afirm� que "la publicidad es, con justa raz�n, la cura a los g�rmenes sociales e industriales. Tanto como la luz solar el m�s eficiente de los desinfectantes o la luz el�ctrica el polic�a m�s eficaz" 6.

No queremos dejar de formular nuestra cr�tica de fondo al planteo que funda el control patrimonial de los partidos pol�ticos en una pretendida relaci�n entre dinero y pol�tica que torne en una visi�n "economicista" del problema y que, inclusive algunos llevan al extremo de analizar la pol�tica desde el punto de vista de los "costos" que la misma produce.

Tan falso resulta construir una teor�a de la democracia desde una visi�n economicista, como lo ser�a construir una teor�a de la Justicia partiendo desde el mismo ---- De all� la cr�tica de Habermas Schumpeter por haber definido la democracia por medio de procedimientos que nada tienen que ver con las formas de proceder y las premisas del libre acuerdo y de la formaci�n discursiva de la voluntad, apelando, en cambio a procedimientos de dominaci�n apenas enmascarados por la mercadotecnia electoral, en los que se excluye la idea fundamental que sostiene la democracia: la de una justificaci�n en base a intereses realizables. 7

En esa l�nea de ideas, hay quienes ubican a las elecciones entre los "costos " de la pol�tica y dentro de �ste, el rubro de el financiamiento de las campa�as ocupa un lugar especial, Entre los factores que inciden en los costos de las elecciones se mencionan:

  1. El incremento del cuerpo electoral .
  2. La masificaci�n de la pol�tica a trav�s de los medios de comunicaci�n.
  3. La presi�n de la opini�n p�blica que reclama resultados fehacientes y r�pidos.

As� tampoco es lo mismo que se trate de elecciones normales donde los costos tienden a bajarse, que las elecciones de transici�n o de emergencia que requieren de costos excepcionales. Tambi�n inciden la simultaneidad electoral, los tipos de elecci�n, el sistema electoral, los plazos y disponibilidad de presupuesto, y el n�mero y funciones de los organismos electorales. Las elecciones en sistemas uninominales son m�s caras. Otro elemento es el tipo de lista. La lista cerrada o bloqueada es menos costosa, en tanto que los sistemas de listas abiertas son m�s costosos.

Se ha dicho que existen otros gastos conectados con el presupuesto electoral que tienen que ver con la campa�a electoral y que han ido creciendo de manera pronunciada en las �ltimas dos d�cadas. Bajo el objetivo de ofrecer igualdad de oportunidad a todos los candidatos y partidos y para que �stos no queden a merced de los interese privados, se ha desarrollado el financiamiento de las campa�as electorales con el presupuesto p�blico.

El financiamiento de las campa�as electorales hacen referencia al de los partidos pol�ticos, que pueden provenir de fuentes privadas y/o p�blicas. La gran mayor�a de pa�ses proporciona alg�n tipo de financiamiento p�blico. Este puede ser directo o indirecto. Este �ltimo puede darse concediendo espacios en medios de comunicaci�n, subsidios postales, de telefon�a, etc.. Pero es el financiamiento p�blico directo -que a su vez puede tener variadas formas- el que ha crecido considerablemente. Sea por entrega directa de manera anticipada o por reposici�n a los partidos pol�ticos, el financiamiento exige un control y fiscalizaci�n de su uso. Para ello no s�lo se requiere una norma adecuada de f�cil aplicaci�n, sino montar un aparto especializado que cumpla esta nueva funci�n.


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