Bolivia: geopolítica y elecciones
Por Edmundo González Urrutia
[Septiembre de 2005]
Luego de un convulsionado período de gobierno en el que dos presidentes
fueron forzados a renunciar por revueltas populares, el venidero 4 de diciembre
tendrá lugar las elecciones generales (presidente, vicepresidente, Congreso
y prefectos de departamentos) en Bolivia con las que se aspira reencontrar el
camino de la normalidad y un nuevo intento por superar los serios desafíos
que confronta el país andino en términos de la superación
de la pobreza, las amenazas de las autonomías, la Asamblea Constituyente
y el drama de los cultivos ilegales.
Desde la recuperación de la legalidad democrática en 1982, esta
es la segunda vez que el descontento popular y la ingobernabilidad han obligado
a un recorte del período presidencial.
El proceso de reforma constitucional para adelantar las elecciones fue un arduo
ejercicio de negociaciones políticas al que se llegó luego de
las renuncias que en su oportunidad ofrecieron los presidentes de las Cámaras
del Senado y de Diputados para que asumiera Eduardo Rodríguez, hasta
entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia y se convocaran las elecciones.
Nuevos elementos, más bien de carácter geopolítico, le
imprimen a esta coyuntura electoral un rasgo particular.
En efecto, Bolivia se ha convertido en una pieza clave dentro del tablero energético
regional por sus inmensas reservas de gas natural. Por otra parte, Evo Morales
-la emblemática figura de la protesta social-, cabalga sobre el discurso
radical de izquierda, antiglobalizador y antinorteamericano que, unido a sus
indisimuladas manifestaciones de admiración hacia las revoluciones cubana
y venezolana, han contribuido a generar la imagen de "desestabilizador"
con que se le ha asociado. En este contexto habría que inscribir la reciente
gira del secretario de Defensa de Estados Unidos a algunos países de
le región fronterizos con Bolivia.
Al propio tiempo se abrigan temores de que un eventual triunfo de Morales pueda
contribuir a la expansión del sentimiento indigenista en una región
con no pocos quebrantos y debilidades institucionales.
Si bien el partido de Morales (MAS) constituye la fuerza política más
importante luego de las elecciones municipales de 2004 y un factor decisivo
en la correlación de fuerzas en el Congreso, su candidatura no pareciera
animar decididamente a un electorado que actualmente le otorga 16% de las preferencias
y un alto porcentaje de rechazo. Además, su liderazgo dentro de la izquierda
viene siendo desafiado por el alcalde de Potosí, René Joaquina,
quien luego de lanzar su candidatura a comienzos de agosto ha venido sumando
respaldos de varios alcaldes de las ciudades más importantes del país.
Por los momentos, las preferencias del electorado se inclinan por la candidatura
de Jorge "Tuto" Quiroga, quien fuera vicepresidente de la República
en tiempos de Hugo Banzer y más tarde su sucesor en la presidencia a
la muerte de éste. Quiroga es un defensor de la economía de mercado,
e ideológicamente es la cara opuesta a Morales. El cuadro electoral lo
completa el acaudalado empresario Samuel Doria Medina, del movimiento Unidad
Nacional, que se ubica en un distante lugar después de los dos principales
candidatos.
Dos rasgos caracterizan el sistema electoral boliviano. Por una parte, la composición
social y la variedad multiétnica del país que provocan una fragmentación
y dispersión del voto, con lo cual difícilmente ninguno de los
aspirantes alcanza a concitar más de 30% del electorado. De hecho, en
los 23 últimos años de ejercicio democrático, ningún
dirigente ha podido aglutinar un porcentaje suficiente de votos que le permita
ejercer un gobierno con perfil propio y con solvencia política. Además,
la ausencia de la doble vuelta hace que la escogencia del ganador se haga en
el seno del Congreso, con lo cual todo depende de las alianzas y consensos que
se forjen en el ámbito parlamentario. Es por ello que las definiciones
electorales se basan en la fórmula del "cuoteo", que no es
otra cosa que las reparticiones de cuotas de poder para alcanzar una mayoría
que pueda imponer a alguno de los candidatos.
Ciertos analistas consideran que a menos de que la candidatura de Quiroga logre
aglutinar un importante respaldo popular para imponerse con una mayoría
contundente, el escenario a futuro no variará sustancialmente. Así
las cosas, habría altas probabilidades de que ante la debilidad de los
partidos, la fragmentación de las organizaciones sociales y la ausencia
de un liderazgo firme, el resultado será la prolongación de la
crisis, mayor polarización e ingobernabilidad.
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