"El resultado electoral es un terremoto al interior de la clase pol�tica"
Entrevista a Rodolfo Cerdas, analista pol�tico costarricense
[11 de Abril de 2002]
Las elecciones del domingo pasado tienen la particularidad de ser las primeras que realizan una segunda vuelta electoral. Y la mayor abstención de votantes que se recuerde...
Creo que las elecciones del 3 de febrero -la primera vuelta- y del 7 de abril expresan un cambio importante en la política nacional. No sólo por la segunda vuelta, sino porque culmina un proceso de desprestigio político de
parte de los partidos tradicionales, y sus cúpulas dirigentes, con la emergencia de dos agrupaciones políticas nuevas, que han logrado fracciones parlamentarias importantes. Y han cuestionado, y obligado a cuestionar, el
funcionamiento tradicional del sistema de partidos y las prácticas de corrupción, irresponsabilidad y falta de visión de los grupos que hasta ahora habían dirigido el país.
¿Cómo explicamos el triunfo de Pacheco en la segunda electoral?
Hubo dos aumentos de significación política. Uno es el abstencionismo, que pasó de 31 por ciento en la primera vuelta a casi 40 por ciento en la segunda, y otro en la diferencia a favor de Pacheco, que se duplicó,
pasando de 100 mil votos sobre Rolando Araya, a 200 mil votos.
Este incremento proviene de la forma en que los votantes de los dos partidos que quedaron fuera de la segunda vuelta se distribuyeron. Una parte importante optó por el abstencionismo, y la otra se distribuyó –aunque de manera
desigual- entre el socialdemócrata y el socialcristiano, quien finalmente ganó. Más gente se volcó a este último no tanto por el programa que presentó, sino por la circunstancia de ser un gran comunicador,
un hombre sencillo, agradable, simpático y ocurrente, que supo tocar las fibras sentimentales de las gentes más pobres. Aunque su programa no respondía a las necesidades de esa población, afectivamente logró
generar una corriente de simpatía.
Una paradoja de esta elección, es ser la que el Presidente electo gana con mayor porcentaje (58%), y a su vez la de un triunfo con más bajo porcentaje de los votos respecto del total de electores, porque si se tiene en cuenta la
abstención, resulta que a Pacheco lo vota menos del 40 por ciento de la población.
Este es uno de los problemas más serios que está afrontando el sistema político costarricense, reflejando el efecto negativo de las prácticas políticas de las dirigencias tradicionales, que han originado gran
desprestigio entre la población y provocaron una pérdida de credibilidad ciudadana. En general, tanto Pacheco como Araya, y los dos otros partidos que subieron su votación y representación legislativa, de alguna manera
expresan una corriente "anti-partido" y "anti-política tradicional". Sin embargo, acá el fenómeno interesante es que la ciudadanía ha querido encontrar, mediante estos resultados, un motor de rectificación y
cambio de toda la clase política dirigente, preocupada porque no se repitan problemas que se podían producir sin una rectificación profunda. Creo que el resultado de este proceso electoral es un verdadero terremoto al interior
de la clase política dirigente y del sistema partidario nacional para que se introduzcan correcciones, se exorcicen los procesos de corrupción crecientes que se venían dando al interior de los partidos tradicionales, y se haga
una rectificación cabal que ponga efectivamente atención a los intereses de la ciudadanía, saliendo del internismo y el canibalismo interpartidario que había creado un verdadero muro, donde no penetraban las demandas y
clamores de la población.
Imaginemos que el sistema de partidos costarricense se convierte en uno de tres o más partidos, y que la doble vuelta electoral se convierte en una costumbre. Las encuestas de Cid Gallup o de Unimer, entre otras, muestran que los votantes
de Otton Solís no fueron a votar en la segunda vuelta. ¿No desvirtúa esto el espíritu original del ballotage?
Sin duda alguna. Hemos tenido un sistema presidencialista sobre la base de un bipartidismo moderado, y ahora hemos pasado a uno que sigue siendo presidencialista y ahora también pluripartidista. Son cuatro y bien definidos. En esta
circunstancia, el problema que se presenta al sistema político costarricense es una reforma. Sería necesario entonces que el sistema presidencialista deje de ser tal, y que se avance de alguna manera a uno mucho más
parlamentario y que permita las alianzas, los acuerdos y los programas conjuntos. Pero esto conduce a que estas modificaciones, que implicarían una reforma constitucional y en consecuencia un acuerdo multipartidario difícil de
alcanzar, hagan resurgir en la agenda política costarricense el problema de la reelección presidencial, que permitiría a los dos dirigentes más importantes de los dos partidos tradicionales retomar el control de sus
respectivos partidos y eventualmente orientar este proceso de cambio. El que la sociedad costarricense viene planteando desde hace tiempo, por los vicios del sistema partidario tradicional y por la necesidad de mejorar la representatividad del
órgano legislativo, con el cual los ciudadanos han manifestado no sentirse realmente bien representados.
¿Por qué decimos que hay un giro al pluripartidismo, y no que esto fue un fenómeno particular de esta elección, y por qué esto es tan contradictorio con el preisdencialismo?
Todos los indicios muestran que vamos hacia un pluripartidismo. Por eso hay que encontrar un régimen político que permita introducir los métodos propios del parlamentarismo que no eran tan necesarios antes. Hoy tenemos un
sistema presidencialista y un sistema multipartidista, que es la peor de las situaciones, con un Poder Ejecutivo minoritario en el Congreso, y un Congreso subdividido en tres partidos adicionales, que no tienen como fracciones parlamentarias la
motivación suficiente para llegar a acuerdos y entendimientos con quienes están al frente del gobierno.
¿Cree usted que el próximo gobierno, encabezado por Abel Pacheco, va a avanzar en una reforma política?
Ya la reforma política fue planteada por el actual gobierno socialcristiano de Miguel Ángel Rodríguez, y en general las fuerzas políticas parecen dispuestas a discutirla. Va a ser muy difícil pasarla por alto.
Cómo va a ser esto planteado y negociado es un asunto que no sabemos, pero tendría que ser abordado más temprano que tarde.
|