1. Introducci�n
1.- INTRODUCCION.
La vigencia del estado constitucional de derecho enfrenta en la actualidad grandes desaf�os de los cuales parece depender sustancialmente el fortalecimiento del sistema democr�tico.
Sin lugar a dudas, el redise�o de la representaci�n pol�tica constituye uno de los desaf�os: es necesario reconstruir la relaci�n entre representantes y representados, relaci�n hoy sumamente conflictiva que ha llevado a plantear en los sistemas pol�ticos en general y, muy particularmente en el caso argentino, una aguda crisis de representaci�n.
Esta crisis hace evidente un quiebre en dos aspectos diferenciados de la vinculaci�n entre ciudadan�a e instituciones: la legitimidad de origen y la legitimidad de ejercicio como presupuestos b�sicos para ajustar la relaci�n entre el ejercicio del poder pol�tico y las necesidades de la sociedad. Tal como se�ala el polit�logo Daniel Zovatto, "los partidos y los pol�ticos est�n en el centro de esta crisis, lo que ha colocado a la pol�tica 'bajo sospecha' en un buen n�mero de pa�ses de la regi�n. Las encuestas reflejan este malestar con la pol�tica y con sus actores. En efecto, en el 2001, seg�n datos de Latino bar�metro, s�lo un 25% de los latinoamericanos, como media regional, est� satisfecho con el funcionamiento de la democracia. Cabe asimismo destacar que este descontento, que hasta el a�o 2000 no hab�a trascendido al campo de las valoraciones y actitudes respecto del apoyo a la democracia en cuanto sistema de gobierno, cambi� radicalmente en el 2001. En este sentido, la democracia que ven�a gozando desde 1996 de un firme respaldo de alrededor del 60% cay� al 48% en el 2001"3 .
Resulta, entonces, evidente que el fortalecimiento del sistema democr�tico constitucional no puede soslayar la consideraci�n de sus pilares: el ciudadano, el sistema electoral, el partido pol�tico y el gobierno. En relaci�n con ello, y tomando como base el texto de la Constituci�n Nacional reformada en 1994, es posible observar que los constituyentes tuvieron la preocupaci�n de consignar en estos temas mandatos constitucionales expresos. Es posible revisar, as�, cuestiones tales como la reforma del sistema electoral, del r�gimen de partidos pol�ticos y la instrumentaci�n de mecanismos de democracia directa.
Y, en este sentido, es importante se�alar que muchas de las modificaciones factibles en estos temas no requieren de una reforma constitucional. En efecto, mediante el dictado o la derogaci�n de normas infraconstitucionales, es posible encontrar nuevas respuestas o alternativas que faciliten el cambio, que acerquen instrumentos de renovaci�n.
|