V. Sistemas electorales y gobernabilidad
V. Sistemas electorales y gobernabilidad
En el contexto de una reforma institucional en vistas a una mayor gobernabilidad democrática es recomendable aplicar una determinada metodología en el proceso de análisis de las alternativas en juego y de sus respectivas
viabilidades, siempre teniendo en cuenta que las reformas propuestas consideren los efectos que probablemente tendrán sobre el fenómeno en cuestión. Esta consideración ya significaría un avance en el discurso
político en América Latina, pues son los partidos políticos los que se manifiestan a menudo por una mayor representación, son las organizaciones de la sociedad civil las que demandan mayor participación, mientras
que la función de concentración o efectividad queda sin respaldo -con excepción tal vez del mundo empresarial y de las organizaciones internacionales que apoyan el desarrollo electoral- como CAPEL, IFES o International IDEA -o el
desarrollo económico y social de las democracias en los países en vías de desarrollo- como el Banco Interamericano de Desarrollo.
La sugerencia de procedimiento en el proceso de elaboración o reforma de un sistema electoral de acuerdo a la demanda por mayor gobernabilidad democrática sería entonces la siguiente:
Primero: Se trata de diseñar y consensuar un sistema electoral que atienda los tres criterios básicos de evaluación. En este quehacer, corresponde tener en cuenta que hay trade offs entre las diferentes funciones, de modo que
no es posible maximar una función sin que se generen repercusiones sobre las demás, error que se comete a menudo en el debate político e incluso científico sobre sistemas electorales. El objetivo consiste entonces en
lograr un sistema electoral capaz de cumplir en un cierto grado con cada una des las funciones y de llegar a un cierto equilibrio entre ellas. A este propósito se suma el desafío relacionado con el cuarto criterio, el de la sencillez o
transparencia. La manipulación potencialmente irrestricta de elementos técnicos tendiente a buscar determinados efectos y a atenuar o evitar otros se ve restringida sin embargo por el imperativo de mantener hasta cierto punto la
sencillez, la simplicidad del sistema electoral. Hay que respetar el factor humano. El sistema electoral debe ser inteligible, humanamente viable. Este aspecto constituye una de las fuentes de legitimidad del sistema electoral, recurso que necesita
para el ejercicio de su función global en un sistema político.
Segundo: Vale distinguir entre un diseño abstracto-general y otro concreto-específico, alternativa que distancia el enfoque normativo del histórico-empírico en sistemas electorales. Para este último, importa
decididamente el contexto no solamente como un conjunto de factores que influye en la relación entre sistemas electorales y sus efectos, sino también para el diseño de los sistemas electorales. Más allá del realismo
que profesa esta escuela de pensamiento institucional respecto a la capacidad del/de la cientista social en ejercer un constitucional engingeering, dado que percibe el institution building como un proceso político altamente dependiente de los
actores políticos mismos, el diseño concreto-específico toma en cuenta las circunstancias de lugar y tiempo. Esto conduce a la búsqueda, respecto a las tres funciones básicas, no del equilibrio perfecto sino del
equilibrio específico vinculado a las peculiaridades del caso. Así, en sociedades homogéneas, el supuesto equilibrio podría inclinarse más hacia la concentración y la efectividad del voto, mientras que en
sociedades marcadas por una alta heterogeneidad tendría que enfatizarse la función de la representación. Se trata entonces de equilibrios con gravitaciones específicas variables.
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