Tendencias latinoamericanas
América Latina 2003: más incertidumbres que certezas
Por Daniel Zovatto y Julio Burdman
Observatorio Electoral Latinoamericano
4 de Marzo de 2003
¿Qué le espera a América Latina en el 2003? Las incertidumbres del contexto internacional y la fluidez de la situación política regional hacen que la evaluación de las perspectivas para el 2003 sea necesariamente tentativa. Si las cosas marchan bien, es posible esperar un crecimiento moderado del 2 al 2,5 %. Si por el contrario salen mal, arriesgamos sufrir otro año de estancamiento que vendría a sumarse a la media década perdida entre 1997 y 2002.
El objetivo principal en 2003 debe ser mejorar el balance del pésimo año que acaba de concluir, durante el cual la recesión produjo una caída del 0,5 % en el PIB regional (CEPAL), provocando un aumento del desempleo, la pobreza, la indigencia y del trabajo informal, así como una fuerte caída de los flujos de capital.
La debilidad de la economía global y la posibilidad de una guerra con Irak nos advierten del riesgo de pecar de optimistas. La tantas veces anunciada recuperación de los Estados Unidos no se ha producido aún, mientras la Unión Europea y el Japón siguen estancados económicamente. Para colmo de males, América Latina ha perdido importancia relativa dentro de la política exterior norteamericana a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Bush no ha dado muestras de contar con una estrategia hemisférica más allá de los aspectos relacionados con la seguridad y, en segundo lugar, el comercio. Las designaciones en el equipo latinoamericano de Bush (Roger Noriega y Otto Reich) confirman esta tendencia.
Por su parte, el escenario político regional es un calidoscopio de complejidad e inestabilidad política. En Haití, Venezuela y Bolivia, la oposición demanda en las calles la renuncia de los presidentes. En Paraguay se acaba de iniciar el juicio político al primer mandatario; en Guatemala y Nicaragua, los gobiernos hacen frente a serios problemas de gobernabilidad. A este cuadro se suman la persistencia del conflicto Colombiano y la precariedad de la situación política, económica y social de Argentina.
Además de una importante agenda electoral, la región encara también cambios políticos de trascendencia: Brasil, Ecuador, Argentina y Paraguay inauguran presidentes en el primer semestre. Electoralmente, destacan por su relevancia los comicios de México, en el norte; los de El Salvador y Guatemala, en Centroamérica, y en Sudamérica los de Argentina y Paraguay. Es muy probable asimismo que al menos en Venezuela y en Colombia tengan lugar consultas populares de la mayor importancia política.
En México, dado el impasse que caracteriza
a varios de los partidos principales y, en general, a la política
mexicana, las elecciones de medio término del 6 de julio serán
críticas para el futuro del país y del gobierno panista. La
primera interrogante es si el presidente Fox alcanzará la deseada
mayoría parlamentaria que le permita avanzar su agenda de reformas
que lleva casi tres años estancada. Las preguntas de fondo refieren a
la transición política: ¿una victoria del PRI
significará la vuelta al poder de la política tradicional
mexicana, demostrando que el verdadero priísmo nunca perdió
?
o ¿acaso una segunda victoria consecutiva del PAN producirá
una renovación en el PRI, consolidando un proceso aún abierto?
En Guatemala, la elección general de noviembre -caracterizada por la presión de Efraín Ríos Montt por volver a la presidencia-, está adquiriendo matices que podrían desembocar en una nueva espiral de violencia. Esta elección tendrá lugar en momentos en que el proceso de paz se encuentra estancado y el gobierno de Portillo acusa signos de debilidad y enfrenta fuertes denuncias por corrupción.
En El Salvador, los comicios de marzo para renovar autoridades legislativas y municipales, a la vez que presagian una renovada competencia entre la derecha y la izquierda constituyen el preámbulo de la elección presidencial de 2004.
Sin embargo es América del Sur la subregión que presenta las mayores incertidumbres. En Venezuela, 2003 es un año clave para la continuidad o interrupción tanto de la democracia como del gobierno chavista. La sociedad está peligrosamente polarizada, y si bien es difícil lograr una salida a esta grave crisis, los esfuerzos deben concentrarse en que la misma sea pacífica, democrática, electoral y constitucional.
En Colombia, 2003 es también de crucial importancia para el gobierno del presidente Uribe. El buen arranque de su gestión, su liderazgo y las reformas que impulsó, le permitieron alcanzar en poco tiempo altos índices de popularidad que le será difícil mantener. El manejo del conflicto con la narcoguerrilla seguirá ocupando un lugar central en su gobierno, así como la concreción de su agenda de reformas, que depende de los resultados del referéndum previsto para este año.
En Ecuador, la asunción de Lucio Gutiérrez
abre una etapa de interrogantes, en un país cuyos dos últimos
presidentes electos no pudieron concluir sus mandatos. El mandatario inicia
su gestión en un contexto de creciente convulsión social a
raíz de las medidas económicas de guerra
adoptadas,
enfrentando tempranas turbulencias políticas y sin la necesaria
mayoría parlamentaria para asegurar la gobernabilidad y estabilidad
de su administración.
En Perú, existe incertidumbre principalmente en torno a las relaciones entre el gobierno de Alejandro Toledo y las autoridades regionales llegadas al poder en enero (la mayoría en manos del Apra e independientes) que pugnan por conseguir una mayor autonomía.
Paraguay, que inicia el año con el juicio
político del presidente González Macchi y con elecciones
presidenciales previstas para fines de abril, tiene la oportunidad de cerrar
la crisis abierta por el asesinato del vicepresidente Argaña hace
casi cuatro años. La proscripción de Lino Oviedo -si bien no
es aún definitiva- aumenta moderadamente las posibilidades de la
candidatura de Yoyito
Franco del PLRA, ante una eventual fractura del
oficialista Partido Colorado, que no ha perdido una elección
presidencial en más de 50 años.
Otro país que inicia un año turbulento es Bolivia. El presidente Sánchez de Lozada asumió en medio de una situación de frágil gobernabilidad y creciente convulsión social, que llega a su pico máximo en la reciente masacre de La Paz. El ascenso político de los líderes radicales Evo Morales y Felipe Quispe, quienes encabezan movimientos campesinos, indígenas y cocaleros, se está haciendo sentir en una férrea oposición al gobierno expresada no sólo en el ámbito institucional sino también en las calles, amenazando seriamente la estabilidad política.
Para Argentina, el 2003 puede marcar el inicio de la salida de la peor crisis de su historia, o bien una nueva recaída. La elección presidencial, prevista para fines de abril, tendrá lugar en un año de renovación en el que prácticamente todos los cargos electivos serán sometidos a las urnas. El país se encuentra sumido en una gran incertidumbre, mientras las encuestas prevén muchos candidatos con pocos votos y dispares recetas para salir de la crisis. La irracional disputa interna del peronismo que enfrenta a Duhalde con Menem no solo no contribuye en nada a la gobernabilidad, sino peor aun, afecta negativamente la de por sí deteriorada imagen internacional del país.
Pero es lo que ocurra en Brasil, dado su peso regional, la clave para la
región en el 2003. El principal desafío que enfrenta Lula
Da
Silva, es evitar una crisis de la deuda pública que se cierne sobre
las finanzas. Lula
deberá asimismo obtener el apoyo financiero para
su lucha contra el hambre, eje central de su gestión, y concretar las
alianzas que le aseguren la gobernabilidad y viabilidad política de
su gobierno. En política exterior está por verse si la activa
agenda diplomática desplegada por Lula
desde el inicio de su
mandato se concreta en un liderazgo regional o se diluye.
Resumiendo, entre las principales tendencias que estarán presentes en el ámbito regional durante el 2003 cabe mencionar: (1) un aceptable grado de apoyo a la democracia y a la economía de mercado -respecto de las cuales no hay alternativa a la fecha- combinado con bajos niveles de satisfacción con el funcionamiento de las mismas; (2) fatiga con las reformas económicas y pérdida de apoyo a las privatizaciones; (3) crisis de gobernabilidad en un número importante de países; (4) moderado nivel de crecimiento económico como promedio regional en el mejor de los escenarios; (5) acuerdo creciente acerca de la necesidad de contar con un plan continental de lucha contra el hambre, la pobreza y la desigualdad social, verdaderas bombas de tiempo de las frágiles democracias regionales; (6) avance en la negociación del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Centroamérica e intento de enfriamiento de los plazos del ALCA de parte de Brasil; (7) incremento de la etnopolítica en países como Ecuador y Bolivia; y (8) aumento del populismo en algunos países mientras que en otros veremos un giro moderado y pragmático al centro-izquierda, resultado de una combinación entre estabilidad macroeconómica, disciplina fiscal y fuerte énfasis en lo social. En conclusión, éste es un año plagado de incertidumbres más que de certezas, pero durante el cual también existen oportunidades, que si son bien aprovechadas, podrían constituir el inicio de una etapa de crecimiento y recuperación.