Tendencias latinoamericanas
Perfil de un espíritu americano: El compromiso democrático de Valentín Paniagua
Por Alejandro Tullio*
18 de Noviembre de 2003
Alejandro Tullio, Director Nacional Electoral de la República Argentina
El 9 de noviembre se cerró un ciclo en la vida política centroamericana. Se celebraron elecciones en Guatemala, con alta participación y en condiciones de transparencia y normalidad.
Sin embargo, en los últimos seis meses, fueron varias las ocasiones en que el proceso electoral guatemalteco estuvo a punto de naufragar.
En cada circunstancia, la templanza, la firmeza, el sentido de la responsabilidad y el conocimiento del derecho y la política exhibidos por el Dr. Valentín Paniagua, permitieron a los Guatemaltecos reencontrarse con la institucionalidad.
Como Jefe de la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos en Guatemala, ha participado activamente en apoyo de los actores más relevantes del proceso democrático, advirtiendo, aconsejando y exhortando a las autoridades no sólo al respeto irrestricto de la constitución y las leyes, sino a proveer los medios necesarios para estimular a los partidos políticos a competir y hacer una campaña a favor de sus propuestas que dignifique la función política, a las organizaciones sociales a acompañar y a observar el proceso electoral convirtiéndose en guardianes de la transparencia del mismo y, fundamentalmente, llamando a la ciudadanía a participar en libertad y, mediante esa participación, elegir un gobierno para todos los guatemaltecos.
Frente a la violencia que signó el proceso, las marchas y contramarchas que caracterizaron la oficialización de candidaturas, las voces alarmistas que sembraron -voluntariamente o no- dudas sobre la concreción de la elección, el acompañamiento de Paniagua y la Misión contribuyó a poner calma donde sobraba tensión, claridad donde hubo dudas y, llevando la voz de la comunidad, advirtió con autoridad las consecuencias del rompimiento de las reglas del juego.
Pero el indudable éxito de la Misión que se le encomendó, que se completará después de la segunda vuelta electoral prevista para el 28 de diciembre, no es fruto de las circunstancias sino resultado de la acción personal y la dirección de un equipo a cargo de este consumado político peruano, a quien le tocaran difíciles horas conduciendo la transición democrática tras la última crisis constitucional de su país.
Abogado, especialista en Derecho Constitucional, militante socialcristiano desde su juventud, a los 27 años fue electo diputado por Cuzco, mandato que no llegó a completar ya que el presidente Fernando Belaunde Terry lo designó ministro de Justicia y Culto de su primer Gobierno.
Volvió a la Cámara de Diputados para defender a su gobierno tras una crisis partidaria, y el golpe de Estado de octubre de 1968 le valió la persecución política.
Con el retorno de la democracia al Perú, en 1980, volvió a ser elegido diputado al Congreso. En julio de 1982, llega a la Presidencia de la Cámara de Diputados y en 1984 vuelve a las funciones ejecutivas en el cargo de ministro de Educación.
Duro opositor al gobierno de Alan García, Paniagua, en su accionar, se forjó un merecido prestigio académico, catedrático en Derecho Constitucional y profesor en la universidades San Marcos de Lima, Femenina del Sagrado Corazón y Pontificia Católica.
Su prédica a favor de la vigencia de la Constitución lo lleva a enfrentar al gobierno de Fujimori, descollando su actuación como defensor de los tres magistrados del Tribunal Constitucional que fueron destituidos por negarse a avalar una interpretación de la Carta Magna de diciembre de 1993 que permitía la reelección oficialista.
En abril de 2000, y en representación de Alianza Popular, su histórico partido, vuelve al Congreso como parte de un bloque de sólo tres diputados, pero desde su prestigio personal y su vocación pública prestó un servicio patriótico inigualable al establecer la mesa de diálogo que ayudara a atravesar la incertidumbre institucional surgida entre las sospechas de fraude electoral y la retirada del poder de Fujimori en septiembre del mismo año, lo que lo situó, a pesar de la exigüidad de su fuerza parlamentaria, en posición de ser elegido presidente del Congreso.
Desde esa responsabilidad, Paniagua contribuyó nuevamente con su país y la democracia al asumir como Presidente de la República.
Su Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacionales
, para el que
convocó al al ex secretario general de la ONU y ex candidato
presidencial Javier Pérez de Cuéllar, se caracterizó
por la rectitud, apego a la ley y firmeza para enfrentar las dificultades y
para proveer a la normalización institucional mediante la
convocatoria a elecciones libres y transparentes que se celebraron en dos
vueltas el 8 de abril y el 3 de junio de 2001.
Desde su Presidencia, y en virtud de su aquilatada trayectoria y su conocimiento de los meandros del discurrir institucional de las naciones de América, fue un impulsor cardinal de la Carta Democrática Interamericana, adoptada por la O.E.A. en septiembre de 2001, cuyo objetivo es reforzar el compromiso de los estados miembros con el modelo de democracia parlamentaria, exponiéndose a ser suspendidos de pertenencia aquellos países en los que se produzca una regresión al autoritarismo.
La trayectoria de este hombre cabal, que todavía tiene mucho que ofrecer a su país y a la región, demuestra que las condiciones personales, la experiencia y la sabiduría al servicio de un ideal, se pueden imponer aún en las circunstancias más duras, contribuyendo a rescatar la más noble de las cualidades de la política: su faz arquitectónica, aquella llamada a construir sociedades democráticas incluyentes, donde la libertad no se oponga a la igualdad y sus hombres y mujeres convivan en el respeto de la Ley y la Justicia.
* El Dr. Alejandro Tullio es profesor de Derecho Constitucional; Director Nacional Electoral de la República Argentina y Miembro de la Misión de Observación Electoral de la O.E.A. en Guatemala