Las elecciones del 9 de noviembre de 2003 en Guatemala. Un paso m�s en la consolidación de la democracia.
por Sonia Alda Mej�as*. [30 de Septiembre de 2003]
El importante logro de la sociedad guatemalteca al superar un enfrentamiento civil de más de treinta años ha permitido poner en marcha un proceso de democratización irreversible, que se inició formalmente en 1985, con una nueva Constitución. A pesar de ello, tanto las instituciones como la propia ciudadanía han permanecido desde un principio bajo "sospecha", ya que tanto los analistas nacionales como internacionales siguen teniendo dudas sobre la capacidad de la sociedad para llevar a cabo esta transición política. Cada acontecimiento se mide como regresión o incluso como síntoma evidente del "final de la democracia" en la república. En el caso que nos ocupa, la campaña electoral para las elecciones presidenciales, legislativas y municipales que tendrán lugar el 9 de noviembre de nuevo han hecho temer por la continuidad de la democracia guatemalteca. La inscripción del candidato a la presidencia del FRG, Efraín Ríos Montt ha desencadenado una crisis de carácter político e institucional. Sin embargo atendiendo a la reacción de la sociedad civil, ésta ha dado permanentes muestras del apoyo a la democracia y de su afianzamiento.
A pesar de ser joven, en su andadura la democracia guatemalteca, su propio funcionamiento y el ejercicio de los derechos constitucionales ha favorecido a su vez un aprendizaje y afianzamiento de los presupuestos democráticos en cada ciudadano, partido, institución y futuro gobierno. Precisamente las convicciones democráticas de la sociedad guatemalteca ha dado lugar al rechazo mayoritario a la candidatura de Ríos Montt y que su popularidad este bajo mínimos. Como en episodios anteriores, las posibles amenazas al sistema político quedan despejadas debido al rechazo expresado por la sociedad civil ante actitudes o actos antidemocráticos de determinados personajes o colectivos. En este sentido, pretendo poner en evidencia que cada experiencia más que una regresión o un paso hacia atrás han significado un avance en el aprendizaje de la democracia, y por tanto en su fortalecimiento. Los importantes problemas de la democracia en Guatemala han mellado las expectativas de la ciudadanía, pero la decepción y las críticas sobre los gobiernos, los partidos, la corrupción... no han significado una negación de la democracia como el mejor sistema posible.
Los problemas estructurales de la sociedad guatemalteca son muy graves y de múltiple naturaleza, pero la Historia mas reciente demuestra que no por ello es imposible el afianzamiento progresivo de la democracia. En una población que supera los 11 millones de habitantes hay 22 etnias de origen maya, además de la xinca y la garífuna. A la complejidad de una realidad cultural, ling�ística y étnica tan plural, hay que agregar que la población indígena a pesar de ser mayoritaria* esta sometida a una situación de marginación debido al racismo que atraviesa verticalmente la sociedad. Por otra parte el país padece todos los problemas estructurales y coyunturales de una economía basada en el monocultivo. La exportación del café es la principal fuente de riqueza. La desigualdad, la pobreza, el analfabetismo� afectan a una sociedad en la que el 57% son pobres o extremadamente pobres, en particular la población indígena según la ONU. Sin olvidar una de las principales preocupaciones de la población, junto al desempleo o la pobreza, como la delincuencia organizada que ya afecta a la mayoría de los sectores sociales.
Tampoco en el campo político las cosas son mas sencillas. En una democracia tan joven, aún está presente un pasado reciente de mandatos dictatoriales, masacres y persecuciones. Posiblemente sea esta realidad la que explique la incapacidad de determinados sectores para abandonar la violencia como medio para lograr objetivos políticos, como reminiscencia de "viejos hábitos". En lo que va de campaña los datos de violencia política son preocupantes, con 12 víctimas mortales, además de heridos. Por otra parte, la corrupción y el incumplimiento de promesas electorales han terminado por decepcionar a la ciudadanía que ve con total desconfianza a los partidos políticos. Estos han incumplido con su papel de intermediarios entre la sociedad civil y el Estado.
En Guatemala es posible constatar buena parte de la tendencia que muestra la evolución del sistema político latinoamericano en la actualidad pero en ocasiones alcanza los extremos. En el caso de los partidos políticos es particularmente llamativo. Mientras que desaparecen los partidos históricos, surge en cada campaña electoral partidos oportunistas, creados para la ocasión en los que predomina el líder, pasando a ser secundario la ideología o el programa de gobierno. En las presentes elecciones parece definitiva la desaparición de los partidos tradicionales, surgidos en la década de los cincuenta. En el caso de la Democracia Cristiana (DC), después de ganar las elecciones en 1985, su declive se inició en las contiendas de 1996 y 1999 . En la actualidad su presencia es testimonial. Entre tanto han ido surgiendo numerosos partidos. Este tipo de agrupaciones se han desarrollado dentro de un sistema multipartidista, donde nacen tantos partidos como ciudadanos con aspiraciones a la presidencia de la república que tengan el suficiente apoyo económico para costearlo. De hecho, según datos de 1999, Guatemala era el país latinoamericano con mayor número de partidos inscritos. En estas elecciones participaron 17 partidos (incluidos los partidos que no postularon a presidente o vicepresidente). No obstante el número había descendido, en 1996, fueron 29. Según la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES) entre 1983 y 1999, se fundaron 41 partidos. De los existentes en 1999, únicamente uno era anterior a 1983, 7 nacieron entre 1986 y 1996 y 9 después de 1997. En la actualidad se han inscrito 22 partidos políticos. De todos ellos sólo hay dos que han logrado participar al menos desde 1996 en las elecciones con una importante representación. El Frente Revolucionario de Guatemala (FRG) y el Partido de Avanzada Nacional (PAN). En la actualidad, el FRG es el partido gobernante. En 1999, su candidato ganó al PAN, que estuvo en el poder durante la presidencia de Alvaro Arzú, al ganar las elecciones de 1996. Sin embargo a pesar de su importancia de ambos partidos, su futuro se dibuja incierto. Todo indica que van a ser sustituidos por nuevos nuevas formaciones. En la actualidad el Gran Alianza Nacional (GANA) y la Unión Nacional de la Esperanza (UNE), son las agrupaciones con mas apoyo popular, aunque el primero aventaje al segundo con bastantes puntos de diferencia. Ambas formaciones de reciente creación.
Todos estos partidos se caracterizan por la indefinición ideológica y de acuerdo a sus miembros en numerosas ocasiones por la incoherencia. Así entre sus filas pueden encontrarse, un exdictador, Ríos Montt y un líder de izquierda como se confesó Alfonso Portillo, en el caso del FRG. El PAN, como el GANA, se ubicarían en la derecha-liberal, si bien en sus listas se incluyeron exguerrilleros y representantes de la izquierda. El candidato de la UNE, en las elecciones pasadas logró resultados electorales históricos para su partido autoproclamado de izquierdas. En el presente, en su nueva candidatura a la presidencia esta acompañado por Fernando Andrade, destacado miembro de la elite, cuya fortuna proviene de la banca. Entre los nuevos partidos es de destacar la agrupación que apoyo la primera candidatura a la presidencia de un indígena, Rigoberto Quemé Chay, sin embargo las divisiones internas han acabado con esta opción política y Quemé ha terminado por retirarse. La izquierda permanece tan fragmentada como siempre y tampoco se escapa de la importancia del personalismo como en el resto de los partidos políticos.
Excepcionalmente, tanto el PAN como el FRG poseen una considerable representación a nivel nacional y un importante número permanente de afiliados. Su desarrollo, frente al resto de los partidos, podría inducir a pensar que su éxito se ha debido fundamentalmente al peso que tienen los presupuestos programáticos o ideológicos por encima de otros posibles factores de adhesión. Siendo así, en principio el partido no es tan vulnerable al mayor o menor liderazgo de sus representantes, o a los cambios de líderes en la dirección del partido y por tanto corre menos riesgos de dividirse o desaparecer. Sin embargo, la última crisis del PAN pone de manifiesto lo contrario. El caso de Oscar Berger, ex-candidato a presidencia del PAN en 1999 y candidato por GANA es un ilustrativo ejemplo del personalismo dominante en el sistema de partidos guatemalteco. Oscar Berger fue un miembro fundador del PAN en 1989. En las elecciones municipales de 1990 y 1995 ganó la alcaldía de Ciudad de Guatemala y en 1999 fue candidato presidencial por el PAN. En 2000, tras la grave crisis que sacudió al partido, Berger se retiró temporalmente de la política hasta este año en que volvió al PAN. Tras volver impulsó unas elecciones primarias que gano holgadamente frente a su adversario Leonel López Rodas, secretario general del partido en ese momento. La rivalidad entre ambos líderes y la falta de acuerdo impulsó a Berger a abandonar el partido y a fundar una nueva organización para ganar las elecciones, GANA (Gran Alianza Nacional). Hasta dónde predomina el líder por encima del partido lo demuestran las encuestas. Al ser muy reciente la ruptura entre Berger y el PAN, inicialmente Berger fue el líder con mayor intención de voto, y el PAN la formación mas apoyada. Sin embargo superada la confusión, cuando toda la población ha tenido conciencia de la ruptura entre Berger y la formación panista, en las últimas encuestas el PAN cuenta con el 4.2 % de intención de voto, y su candidato López Rodas con el 4.1%, mientras que Berger tiene un 44.4% de intención de voto, y GANA un 41.8%. El predominio de las personalidades sobre los partidos políticos y sus presupuestos programático parece ser fundamental para explicar el multipardismo del sistema político guatemalteco, favorecido por una ley electoral cuya intención es favorecer la participación política.
Con todo, el caso del FRG obliga a matizar la importancia del liderazgo en Guatemala y evidencia el progresivo arraigo de la democracia. Aunque ni un programa o partido determine las actuaciones de un candidato o gobernante, éstas deben estar dentro del marco constitucional. El intento de sobrepasar estos límites acabó en fracaso, como el autogolpe de Serrano Elías en 1993. El final político de Ríos Montt ha llegado cuando finalmente ha logrado inscribirse como candidato pese al artículo 186 de la Constitución que prohíbe optar a la presidencia a los gobernantes surgidos de un golpe de estado, como fue su caso en 1982. Este hecho ha suscitado la más absoluta oposición de toda la ciudadanía. Mientras que en 1990 y 1995 la misma petición del candidato eferregista fue rechazada de acuerdo a este artículo constitucional, en este año tras recurrir a todas las instancias judiciales, la Corte de Constitucionalidad reconoció su derecho a inscribirse, primero el 14 de julio y por segunda vez, tras rechazar los recursos de varios partidos políticos en contra de ese fallo, el 31 del mismo mes. En este momento están pendientes nuevos recursos que de nuevo dos partidos políticos y una agrupación de abogados han interpuesto en contra de este último fallo. Para la sociedad a pesar de ser una inscripción estricta y formalmente legal, ni las formas, ni los medios empleados se han considerados democráticos y legítimos, motivo suficiente para que partidos políticos, empresarios, periodistas, abogados, organizaciones sociales de toda naturaleza se hallan manifestado conjuntamente para expresar su desacuerdo. Frente a los medios legales y legítimos empleados por la sociedad para expresar su opinión y defender la democracia y sus instituciones, el FRG ante la adversidad ha acabado por emplear la coacción, el miedo y la presión. El esfuerzo por lograr la inscripción de su líder a través de un procedimiento formalmente legal, quedó invalidado cuando, al ser temporalmente bloqueada la inscripción debido a los recursos aceptados en su contra, el 24 y el 25 de julio bandas violentas sembraron el pánico en la capital del país para exigir la inscripción definitiva de Ríos Montt. Los violentos manifestantes provocaron la muerte de un periodista y causaron numerosos daños. De nuevo la reacción de la sociedad civil para defenderse de actitudes violentas e impositivas demuestra el afianzamiento de una mentalidad democrática, ya que el FRG ha sido denunciado ante la justicia como autor de los hechos, así como a los responsables del orden público por su complicidad, incluido el propio presidente de la república.
En este caso la experiencia democrática acumulada y la misma crisis generada por Ríos Montt han provocado una reacción en la sociedad civil que lejos de ser "un paso atrás" en la democracia ha significado todo lo contrario. El mensaje de la sociedad ha sido muy claro, en la encuesta de julio, tras los violentos incidentes ocasionados por los partidarios del FRG, casi el 90% de la población se manifestó en esta en contra de la inscripción de Ríos Montt. Los resultados electorales podrían ser aún mas explícitos.
Conclusiones:
A los problemas mencionados, no puede dejar de mencionarse la alta cuota de abstención que ha caracterizado las últimas elecciones. Sin embargo no necesariamente ha de traducirse en un rechazo o indiferencia hacia la democracia. Observando las reacciones de la ciudadanía ante posibles agresiones a la Constitución no parece que la democracia se encuentre en retroceso. La abstención es mas un instrumento empleado por la ciudadanía para expresar su desacuerdo con los partidos políticos y los gobiernos. Con todo este es un problema que también está en manos de la ciudadanía. Por el momento en estas elecciones va a decidir el futuro político de Efraín Ríos Montt.
* Doctora en Historia- Real Instituto Elcano
|