Panorama electoral en Guatemala
Por Rogelio N��ez Castellano, periodista espa�ol, analista especializado en pol�tica latinoamericana [06 de Marzo de 2003]
El pasado 24 de diciembre cuando los guatemaltecos se aprestaban a pasar la Nochebuena entre las t�picas y ruidosas celebraciones de este pa�s centroamericano, estall� un mot�n en un centro penintenciario de la capital. Los reclusos amotinados se tomaron la justicia por su mano y lograron que el ejecutivo se aviniera a pactar las condiciones del fin de su revuelta. El gobierno cedi� ante las exigencias de los presos, que acababan de asesinar a casi una veintena de reclusos. Ning�n ejemplo muestra mejor el deterioro de la autoridad del Estado que est� padeciendo Guatemala. Acosada por la inseguridad, la violencia, la crisis econ�mica agudizada por la ca�da de los precios del caf�, y por las diferencias sociales que alcanzan niveles de hambruna en algunas partes del pa�s, Guatemala ha entrado en un a�o trascendental ya que en noviembre tendr�n lugar las elecciones presidenciales y legislativas.
En estos momentos, el escenario al que se dirige Guatemala el pr�ximo mes de noviembre muestra, como m�s probable, una victoria electoral del opositor Partido de Avanzada Nacional (PAN, de centro derecha y vinculado a los sectores empresariales). La �ltima encuesta, aparecida a mediados de enero, mostraba que su candidato, el ex alcalde de Guatemala �scar Berger, contaba con unos altos niveles de aceptaci�n, que rondaba el 45% de la intenci�n de voto. El gran problema con el que se enfrenta Berger reside en las luchas cainitas que est�n teniendo lugar en el interior del partido. El PAN sufri� una crisis muy profunda en el a�o 2000 cuando la plana mayor del partido decidi� salirse del mismo y fundar una nueva agrupaci�n, el Partido Unionista (PU). Esta nueva organizaci�n estaba formada por los seguidores de �lvaro Arz�, quien fuera presidente durante el per�odo 1996-2000. Adem�s del expresidente Arz�, el PU contaba con Luis Flores, el vicepresidente durante su gesti�n, y personajes de reconocido prestigio como el excanciller Eduardo Stein. Al frente del PAN qued� durante esa dura traves�a del desierto Leonel L�pez Rodas, quien supo manejar muy bien la dif�cil transici�n y consigui� evitar que el PAN acabara desapareciendo, como muchos analistas hab�an pronosticado.
Al acercarse el final de la presidencia de Alfonso Portillo, del oficialista Frente Republicano Guatemalteco (FRG), qued� claro que s�lo el PAN aparec�a con posibilidades de triunfar ante el partido oficial. Esto llev� a que el propio Leonel L�pez Rodas quisiera presentarse a las internas que organiz� el propio PAN a fin de postular al candidato a la Presidencia de la Rep�blica. Pero en ese momento reapareci� la figura de Berger, quien estuvo apartado de la pol�tica activa durante los a�os posteriores a su derrota ante Portillo en el a�o 2000, pero que nunca rompi� con el PAN debido a su enemistad con Arz�.
Las internas en el PAN fueron presentadas como una prueba del grado de modernizaci�n del partido en un entorno como el guatemalteco, donde las agrupaciones pol�ticas son dirigidas por sus caudillos como si se tratara de fincas particulares. Sin embargo, a la larga, puede haber salido el PAN m�s debilitado que favorecido por este proceso. En las internas no hubo demasiada competencia ya que Berger venci� sin discusi�n a L�pez Rodas al acumular m�s del 70 por ciento de los sufragios, mientras que su rival no lleg� ni siquiera al 30 por ciento. Los amargos intercambios de insultos y reproches entre ambos candidatos parecieron quedar en un segundo plano y Berger y L�pez Rodas se comprometieron a trabajar unidos (muy significativo fue el derribo del muro que separaba a los cuarteles generales de ambos dirigentes). Sin embargo, la concordia dur� poco ya que los enfrentamientos se recrudecieron cuando empezaron, de nuevo, las tensiones ahora centradas en la elecci�n de los candidatos a diputados y del compa�ero de f�rmula de Berger. L�pez Rodas aspiraba a la vicepresidencia, a imponer a sus hombres en las listas al Congreso y a escoger el candidato a alcalde de la capital. Por el contrario, Berger aspiraba a tener las manos libres para elegir a su vicepresidente.
En estos momentos, el PAN se encuentra en una encrucijada. Pese a que existen rumores que indican que Berger podr�a romper con el PAN y buscar su postulaci�n apoyado en otras fuerzas pol�ticas haciendo valer su capital pol�tico, es muy improbable que las bases del PAN se inclinen por apoyar a L�pez Rodas, porque son conscientes de que su �nica posibilidad de ganar al FRG es con Berger como candidato. Pol�ticamente hablando, L�pez Rodas no cuenta con tir�n electoral para imponerse en unos comicios. Por el contrario, Berger cuenta con el aval de haber sido alcalde de la capital, liderar un discurso de regeneraci�n y estar rodeado de hombres nuevos y de mucho futuro pol�tico, como su compa�ero de f�rmula, el empresario Eduardo Gonz�lez.
Los puntos m�s d�biles de la candidatura de Berger residen en su propia personalidad alejada del discurso atrayente (y populista) con el que le derrot� Portillo. No se trata de un candidato atractivo para el electorado, si no fuera porque �ste se encuentra cansado tras cuatro a�os de gobierno del FRG en el que los niveles de inseguridad y corrupci�n no s�lo no han bajado sino que han aumentado significativamente. Para que no se le escape la victoria, Berger debe ser capaz de terminar, lo m�s r�pidamente que sea posible, con las luchas internas en el PAN, imponiendo orden y uni�n dentro del partido. La imagen de fraccionamiento y enfrentamientos s�lo da�a la imagen de su candidatura y sin duda le restar� votos y apoyos. Adem�s, Berger debe culminar con las negociaciones que lleva ya tiempo realizando en pos de formar una coalici�n anti-FRG con otras fuerzas de centro derecha con el fin de garantizar que los votos no terminen dividi�ndose y dispers�ndose entre los quince candidatos que se presentan a los pr�ximos comicios.
En el actual panorama pol�tico guatemalteco, el partido en el poder, el FRG, es la �nica agrupaci�n que puede disputar la victoria al PAN. Los m�s de tres a�os de gobierno del FRG han desgastado mucho la credibilidad del partido fundado por Efra�n R�os Montt. Alfonso Portillo, un pol�tico que milit� en la izquierda en su juventud y luego en la Democracia Cristiana, derrot� a Berger en el a�o 2000 con un discurso populista basado en dos pilares: la lucha contra la corrupci�n y la mano dura contra la inseguridad y la violencia. Portillo fue la cara amable del FRG ya que su candidato natural, el general R�os Montt, no puede, constitucionalmente, presentarse a las elecciones presidenciales. Una cl�usula de la carta magna, hecha a su imagen, proh�be que sea candidato alguien que haya estado involucrado en un golpe de Estado (R�os Montt fue elegido presidente en 1982 tras una asonada contra el presidente Romeo Lucas Garc�a).
Sin embargo, si algo ha quedado claro en este trienio es que con Portillo la corrupci�n y la inseguridad han aumentado exponencialmente. El crimen organizado vinculado al tr�fico de drogas ha extendido sus redes, y la inseguridad ciudadana es la responsable directa de la mayor�a de los 16 asesinatos diarios que ocurren en el pa�s. La estabilidad econ�mica ha sido mantenida con una serie de pol�ticas ortodoxas que no han podido ocultar los numerosos casos de corrupci�n en el que se han visto involucrados miembros destacados del gobierno. Existe un claro hast�o en la poblaci�n, sobre todo en la capital (donde, por cierto, Portillo no fue el candidato m�s votado en las elecciones del a�o 2000, sino que lo fue Berger), lo que se une a la feroz oposici�n de la prensa con respecto al gobierno. Adem�s, la descertificaci�n ha hecho mucho da�o a Guatemala y a su actual gobierno ya que la administraci�n Bush ha se�alado al ejecutivo eferregista por su falta de apoyo en la lucha antinarc�ticos. Un futuro gobierno del FRG se encontrar�a ante una administraci�n estadounidense que cuestiona su sinceridad en el combate contra el narcotr�fico, lo cual situar�a a�n m�s a Guatemala al margen de la comunidad internacional y de la ayuda de Estados Unidos.
La gran inc�gnita de la pol�tica guatemalteca reside en saber si finalmente Efra�n R�os Montt forzar� la interpretaci�n constitucional y lograr� presentarse como candidato. Es su sue�o: alcanzar la presidencia por medio del voto popular a sus 76 a�os. De todas maneras, R�os Montt es consciente de que las encuestas tan s�lo dan al FRG un 8% de la intenci�n de voto. El actual presidente del Congreso podr�a estar utilizando su candidatura como una forma de que el FRG y su figura se hagan presentes en el panorama pol�tico, pero podr�a renunciar cuando se acerque la fecha de la definitiva inscripci�n de las candidaturas. En ese caso ser�a candidato a diputado, lo que le asegurar�a la inmunidad lo que no ocurrir�a si como candidato a presidente terminara perdiendo las elecciones. Mantener la inmunidad es muy importante para R�os Montt ya que existen varias diligencias judiciales abiertas en Guatemala y en el extranjero por los cr�menes cometidos durante su gesti�n (1982-83). En caso de que el general no pudiera presentar su candidatura, el FRG se encontrar�a con un gran vac�o dif�cil de llenar debido a que nadie en el partido re�ne su carisma y poder de convocatoria. De todas formas, el FRG cuenta con mecanismos a su favor que no hay que olvidar: ocupa el poder y tradicionalmente en Guatemala los partidos en el gobierno utilizan el aparato del Estado para favorecer a su candidato. Para conseguir eso, el FRG ya ha aprobado un endeudamiento especial para este a�o, los conocidos como eurobonos, con el que presumiblemente podr� movilizar a su favor al electorado, sobre todo el del interior, donde las necesidades son muchas, la cultura pol�tica escasa y la presencia del oficialismo muy fuerte, ya que en esa zona del pa�s se encuentran las bases electorales del partido. En caso de que finalmente R�os Montt no se presente como candidato a la presidencia, el FRG podr�a seguir con su tradici�n de buscar candidatos extrapartidarios con perfil de izquierdas que tan bien resultado le dio en el a�o 2.000 cuando Portillo gan� los comicios.
La posibilidad de que surja una tercera fuerza que arrebate el triunfo al PAN o al FRG por ahora no se vislumbra. La Uni�n Nacional de la Esperanza (UNE), de �lvaro Colom, aparece como el segundo partido en intenci�n de votos y supera el diez por ciento. Representa a una izquierda muy moderada y cada vez m�s escorada al centro. La actual izquierda guatemalteca padece los mismos males que tradicionalmente la han perseguido a lo largo de su historia: debilidad y divisi�n. Por el espacio electoral que ocupa la UNE, compiten la antigua guerrilla, la URNG, los verdes y la gran novedad en estos comicios: el movimiento ind�gena. De todas maneras, Colom, cuyo 12% en las presidenciales de 1999 fue considerado todo un �xito, aspira a disputar con el PAN la segunda vuelta, algo que, en estos momentos, podr�a ocurrir de seguir as� la intenci�n de voto.
Por otra parte, el auge del movimiento ind�gena en Ecuador y en Bolivia puede haber dado el empuj�n final a la candidatura de Rigoberto Quem� Chay, un prestigioso pol�tico ind�gena, alcalde de Quetzaltenango, la segunda ciudad en importancia de Guatemala. Sus posibilidades de victoria son m�nimas pero supone una atractiva novedad en la pol�tica guatemalteca. De todas formas, el gran problema del movimiento ind�gena en Guatemala es parecido al de la izquierda en general, el fuerte divisionismo que separa a las m�s de 20 etnias del pa�s (kakchikeles, quich�s, mames etc.).
De no poder superar el PAN su actual crisis, y de no repuntar el FRG ni la izquierda, el terreno podr�a estar abonado al surgimiento de un �outsider�. Esto no ser�a una novedad en Guatemala. En 1990, Jorge Serrano El�as dio la gran sorpresa al pasar a la segunda vuelta y derrotar al gran favorito: Jorge Capio Nicolle. El gobierno de Serrano El�as acab� en un autogolpe fracasado, dado por el propio presidente a imitaci�n de Fujimori, lo cual provoc� que Serrano El�as se marchara al exilio. Hoy por hoy, no aparece un candidato de ese estilo, pero a�n queda mucho tiempo para las elecciones y hasta mediados de a�o no se podr� empezar a hacer una prospectiva cierta de lo que pasar� en los comicios de noviembre.
Hasta hoy, lo cierto es que Berger y el PAN parecen que dependen de s� mismos para lograr lo que ser�a un hito hist�rico desde el regreso de la democracia en 1986: que un partido desalojado del gobierno tras perder unas elecciones, pudiera retornar al poder.
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