Discurso de Menem, renunciando a la segunda vuelta electoral
[14 de Mayo de 2003]
Hay momentos en la historia en que resultan indispensables definiciones y renunciamientos.
La Asamblea Legislativa ha proclamado oficialmente a la f�rmula que integr� con el doctor Juan Carlos Romero como ganadora de la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Motiva de mi parte un enorme reconocimiento a los millones de compatriotas que, en condiciones particularmente adversas, me ratificaron su confianza el 27 de abril.
Muy particularmente a los miles y miles de compa�eros justicialistas y de otras fuerzas pol�ticas de todos los rincones del pa�s que me acompa�aron en este esfuerzo com�n. Pero me obliga tambi�n a realizar una serena reflexi�n, que est� por encima de especulaciones personales e intereses subalternos.
Como dec�a la compa�era Evita, renuncio a los honores y a los t�tulos, pero no a la lucha.
El pa�s atraviesa una de las crisis m�s graves de su historia. Hoy m�s que nunca, la Argentina requiere contar con un poder pol�tico imbuido de la mas plena y transparente legitimidad democr�tica.
Lamentablemente, considero que este objetivo, absolutamente necesario, no esta garantizado con el cumplimiento de la segunda vuelta electoral prevista para el pr�ximo domingo 18 de mayo.
El origen de esta situaci�n es la maniobra del actual gobierno que frustr� la realizaci�n de las elecciones internas, abiertas y simult�neas en todos los partidos pol�ticos, que en su momento fueran aprobadas por unanimidad por el Congreso Nacional.
Qued� as� frustrada una voluntad de renovaci�n pol�tica expresada por la amplia mayor�a de la ciudadan�a argentina.
En el caso espec�fico del peronismo, esa maniobra fue acompa�ada por la decisi�n de eliminar la realizaci�n de elecciones internas del Partido. Ello impidi� que el justicialismo pudiera elegir democr�ticamente a su f�rmula presidencial. Como resultado, por primera vez en su historia, el peronismo se vio obligado a concurrir a las urnas con tres formulas presidenciales surgidas de sus propias filas y por capricho de las actuales autoridades nacionales.
El sistema electoral establecido por la Constituci�n Nacional prev� una segunda vuelta cuando en la primera ronda electoral no se obtienen determinadas mayor�as. Permite que las dos f�rmulas presentadas por los partidos pol�ticos que resulten m�s votadas en esa primera ronda concurran a una segunda vuelta a ser dirimida por el conjunto de la ciudadan�a. Pero va contra el esp�ritu del sistema constitucional el hecho de obligar a toda la ciudadan�a argentina a dirimir una lucha interna de uno de los partidos pol�ticos, que no pudo resolverse previamente en su propio seno.
Este vicio de origen s�lo hubiera podido subsanarse si en esa segunda vuelta electoral hubiera existido una competencia entre alguno de los tres candidatos justicialistas que se presentaron en los comicios del domingo 27 de abril y la f�rmula presidencial de otra fuerza pol�tica.
Pero en las actuales circunstancias del pa�s ha quedado encorsetado en una falsa opci�n, en la que se siente excluida una anch�sima franja de la ciudadan�a.
Al mismo tiempo la existencia de una campa�a sistem�tica de difamaci�n y de calumnia contra mi persona, orquestada desde el comienzo del gobierno de la Alianza, y continuado luego durante el actual gobierno de transici�n, han generado las condiciones para que una importante franja de la opini�n p�blica se pueda ver virtualmente sometida, esta vez, el acto de violencia moral de tener que escoger un candidato presidencial al que apenas conoce y en el que no conf�a, no como expresi�n de adhesi�n a una propuesta y a un programa que se neg� a debatir p�blicamente, sino con el s�lo objeto de impedir la victoria de otro candidato presidencial.
Este intento de resucitar la pol�tica de las falsas antinomias que el pasado provoc� estallidos de violencia que tanto dolor y sangre costaron a la Rep�blica, conspira contra la paz social y la necesaria concordia entre los argentinos. O es que hemos olvidado los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre de 2001 en el que murieron tantos argentinos.
En este contexto queda comprobado que nuestra sociedad se encuentra extremadamente fragmentada. Toda mi vida pol�tica ha sido y es un ejercicio permanente de b�squeda de la unidad nacional, como qued� demostrado durante los 10 a�os ininterrumpidos en que ejerc� la Presidencia de la Naci�n por voluntad de mis conciudadanos.
Por estos motivos, estimo conveniente no participar en esta segunda vuelta electoral. Comprometo desde ya todo mi respaldo y mi colaboraci�n con las nuevas autoridades constitucionales para defender a rajatabla la estabilidad del sistema democr�tico, recuperado para siempre en la Argentina desde 1983.
La principal amenaza contra la democracia en la Argentina no proviene ya, como tantas veces ocurriera en el pasado, de la acci�n de los enemigos del sistema democr�tico, sino del peligro de la ingobernabilidad. El estrepitoso fracaso del gobierno de la Alianza constituye una tr�gica y acabada demostraci�n de un fen�meno cuya repetici�n puede tener funestas consecuencias para el pa�s.
Para evitar recaer en una nueva crisis de gobernabilidad, el nuevo gobierno tendr� que encarar, como tarea urgente y prioritaria, la b�squeda de consensos y la superaci�n de los antiguos enfrentamientos. Ser� necesario que ejerza su autoridad sin odios ni rencores, animado de un profundo sentido de la responsabilidad hist�rica que le toca asumir, y que coloque siempre el inter�s nacional por encima de cualquier consideraci�n ideol�gica o partidista.
En ese sentido expreso mi decisi�n inquebrantable de realizar todos los esfuerzos y renunciamientos personales que sean necesarios para contribuir a recrear un verdadero clima de unidad nacional, afianzar la vigencia de las instituciones democr�ticas e impulsar una renovaci�n a fondo del sistema pol�tico argentino.
A los millones de argentinos que me acompa�aron con su voto, en particular a los m�s humildes, les digo que los llevo en mi coraz�n y agradezco profundamente la confianza que depositaron en m�. Admiro su fe, su lealtad y su coraje para enfrentar este proceso electoral en condiciones tan desiguales y adversas. Agradezco en especial a los miles y miles de militantes justicialistas y de otras fuerzas pol�ticas que trabajaron abnegadamente en esta campa�a electoral para transmitir nuestro mensaje de fe y de esperanza en el futuro de nuestra Patria. A todos ellos les digo que los llevo en mi coraz�n, que no bajar� los brazos y que pueden tener la absoluta seguridad que no abandono la lucha pol�tica, que ha sido y es la existencia y la raz�n de mi vida.
Que Dios los bendiga y bendiga a nuestra querida Argentina.
Carlos Sa�l Menem
|