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Discurso del Se�or Presidente de La Naci�n, Doctor N�rstor Kirchner, ante la Honorable Asamblea Legislativa
[Buenos Aires, 25 de Mayo de 2003]

Se�ores jefes de Estado; su Alteza Real; se�ores jefes de Gobierno; se�ores representantes de gobiernos extranjeros; se�ores invitados especiales que nos honran con sus presencias en este lugar; se�ores miembros del Congreso reunidos en Asamblea; ciudadanas y ciudadanos presentes; querido pueblo argentino: en este acto, que en los t�rminos del art�culo 93 de la Constituci�n de la Naci�n tiene por finalidad la toma de posesi�n del cargo de Presidente de la Naci�n Argentina para el que he sido electo, creo que es necesario poder compartir con ustedes algunas reflexiones expresando los objetivos de Gobierno y los ejes directrices de gesti�n para que el conjunto de la sociedad argentina sepa hacia donde vamos y cada uno pueda, a su vez, aportar su colaboraci�n para la obtenci�n de los fines que los argentinos deberemos imponernos por encima de cualquier divisa partidaria.

Es que nos planteamos construir pr�cticas colectivas de cooperaci�n que superen los discursos individuales de oposici�n. En los pa�ses civilizados con democracias de fuerte intensidad, los adversarios discuten y disienten cooperando. Por eso los convocamos a inventar el futuro.

Venimos desde el Sur del mundo y queremos fijar, junto a ustedes, los argentinos, prioridades nacionales y construir pol�ticas de Estado a largo plazo para de esa manera crear futuro y generar tranquilidad. Sabemos adonde vamos y sabemos adonde no queremos ir o volver. (Aplausos)

El 27 de abril, las ciudadanas y los ciudadanos de nuestra patria, en ejercicio de la soberan�a popular, se decidieron por el avance decidido hacia lo nuevo, dar vuelta una p�gina de la historia. No ha sido m�rito de uno o varios dirigentes, ha sido, ante todo, una decisi�n consciente y colectiva de la ciudadan�a argentina. (Aplausos)

El pueblo ha marcado una fuerte opci�n por el futuro y el cambio. En el nivel de participaci�n de aquella jornada se advierte que pensando diferente y respetando las diversidades, la inmensa y absoluta mayor�a de los argentinos queremos lo mismo aunque pensemos distinto.

No es necesario hacer un detallado repaso de nuestros males para saber que nuestro pasado est� pleno de fracasos, dolor, enfrentamientos, energ�as mal gastadas en luchas est�riles, al punto de enfrentar seriamente a los dirigentes con sus representados, al punto de enfrentar seriamente a los argentinos entre s�.

En esas condiciones, debe quedarnos absolutamente claro que en la Rep�blica Argentina, para poder tener futuro y no repetir nuestro pasado, necesitamos enfrentar con plenitud el desaf�o del cambio.

Por mandato popular, por comprensi�n hist�rica y por decisi�n pol�tica, �sta es la oportunidad de la transformaci�n, del cambio cultural y moral que demanda la hora. Cambio es el nombre del futuro.

No debemos ni podemos conformarnos los argentinos con haber elegido un nuevo Gobierno. No debe la dirigencia pol�tica agotar su programa en la obtenci�n de un triunfo electoral sino, por el contrario, de lo que se trata es de cambiar los paradigmas de lo que se analiza el �xito o el fracaso de una dirigencia de un pa�s.

A comienzos de los 80, se puso el acento en el mantenimiento de las reglas de la democracia y los objetivos planteados no iban m�s all� del aseguramiento de la subordinaci�n real de las Fuerzas Armadas al poder pol�tico. La medida del �xito de aquella etapa hist�rica, no exig�a ir m�s all� de la preservaci�n del Estado de derecho, las continuidad de las autoridades elegidas por el pueblo. As� se destacaba como avance significativo y prueba de mayor eficacia la simple alternancia de distintos partidos en el poder.

En la d�cada de los 90, la exigencia sum� la necesidad de la obtenci�n de avances en materia econ�mica, en particular, en materia de control de la inflaci�n. La medida del �xito de esa pol�tica, la daba las ganancias de los grupos m�s concentrados de la econom�a, la ausencia de corridas burs�tiles y la magnitud de las inversiones especulativas sin que importara la consolidaci�n de la pobreza y la condena a millones de argentinos a la exclusi�n social, la fragmentaci�n nacional y el enorme e interminable endeudamiento externo. (Aplausos)

As�, en una pr�ctica que no debe repetirse, era muy dif�cil de distinguir la soluci�n pragm�tica de la cirug�a sin anestesia.

Se intent� reducir la pol�tica a la sola obtenci�n de resultados electorales; el Gobierno, a la mera administraci�n de las decisiones de los n�cleos de poder econ�mico con amplio eco medi�tico, al punto que algunas fuerzas pol�ticas en 1999, se plantearon el cambio en t�rminos de una gesti�n m�s prolija, pero siempre en sinton�a con aquellos mismos intereses. El resultado no pod�a ser otro que el incremento del desprestigio de la pol�tica y el derrumbe del pa�s.

En este nuevo milenio, superando el pasado, el �xito de las pol�ticas deber� medirse bajo otros par�metros en orden a nuevos paradigmas. Debe juzg�rselas desde su acercamiento a la finalidad de concretar el bien com�n, sumando al funcionamiento pleno del Estado de derecho y la vigencia de una efectiva democracia, la correcta gesti�n de gobierno, el efectivo ejercicio del poder pol�tico nacional en cumplimiento de trasparentes y racionales reglas, imponiendo la capacidad reguladora del Estado ejercidas por sus organismos de contralor y aplicaci�n.

El cambio implica medir el �xito o el fracaso de la dirigencia desde otra perspectiva. Discursos, diagn�sticos sobre la crisis no bastar�n ni ser�n suficientes. Se analizar�n conductas y los resultados de las acciones. El �xito se medir� desde la capacidad y la decisi�n y la eficacia para encarar los cambios.

Concluye en la Argentina una forma de hacer pol�tica y un modo de cuestionar al Estado. Colaps� el ciclo de anuncios grandilocuentes, grandes planes seguidos de la frustraci�n por la ausencia de resultados y sus consecuencias: la desilusi�n constante, la desesperanza permanente.

En esta nueva l�gica, que no s�lo es funcional sino tambi�n conceptual, la gesti�n se construye d�a a d�a en el trabajo diario, en la acci�n cotidiana que nos permitir� ir mensurando los niveles de avance. Un gobierno no debe distinguirse por los discursos de sus funcionarios, sino por las acciones de su equipos. (Aplausos)

Deben encararse los cambios con decisi�n y coraje, avanzando sin pausas pero sin depositar la confianza en jugadas m�gicas o salvadoras ni en genialidades aisladas. Se trata de cambiar, no de destruir; se trata de sumar cambios, no de dividir. Cambiar importa aprovechar las diversidades sin anularlas.

Se necesitar� mucho trabajo y esfuerzo plural, diverso y transversal a los alineamientos partidarios. Hay que reconciliar a la pol�tica, a las instituciones y al Gobierno con la sociedad.

Por eso, nadie piense que las cosas cambiar�n de un d�a para otro s�lo porque se declamen. Un cambio que pueda consolidarse necesitar� de la sumatoria de hechos cotidianos que en su persistencia derroten cualquier inmovilismo y un compromiso activo de la sociedad en ese cambio.

Ning�n dirigente, ning�n gobernante, por m�s capaz que sea, puede cambiar las cosas si no hay una ciudadan�a dispuesta a participar activamente de ese cambio. Desarmado de ego�smos individuales o sectoriales, la conciencias y los actos deben encontrarse en el amplio espacio com�n de un proyecto nacional que nos contenga, un espacio donde desde mucha ideas pueda contribuirse a una finalidad com�n.

En nuestro proyecto ubicamos en un lugar central la idea de reconstruir un capitalismo nacional que genere las alternativas que permitan reinstalar la movilidad social ascendente. No se trata de cerrarse al mundo, no es un problema de nacionalismo ultramontano, sino de inteligencia, observaci�n y compromiso con la Naci�n.

Basta ver como los pa�ses m�s desarrollados protegen a sus trabajadores, a sus industrias y a sus productores. Se trata, entonces, de hacer nacer una Argentina con progreso social, donde los hijos puedan aspirar a vivir mejor que su padres, sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo. (Aplausos)

Para eso es preciso promover pol�ticas activas que permitan el desarrollo y el crecimiento econ�mico del pa�s, la generaci�n de nuevos puestos de trabajo y la mejor y m�s justa distribuci�n del ingreso. Como se comprender� el Estado cobra en eso un papel principal, en que la presencia o la ausencia del Estado constituye toda una actitud pol�tica.

Por supuesto no se trata de poner en marcha, una vez m�s, movimientos pendulares que vayan desde un Estado omnipresente y aplastante de la actividad privada a un Estado desertor y ausente, para retornar continuamente de extremo a extremo, en lo que parece ser una aut�ntica man�a nacional que nos impide encontrar los justos, sensatos y necesarios equilibrios.

Se trata de tener lo necesario para nuestro desarrollo, en una reingenier�a que nos permita constar con un Estado inteligente. Queremos recuperar los valores de la solidaridad y la justicia social que nos permitan cambiar nuestra realidad actual para avanzar hacia la construcci�n de una sociedad m�s equilibrada, m�s madura y m�s justa. (Aplausos). Sabemos que el mercado organiza econ�micamente, pero no articula socialmente, debemos hacer que el Estado ponga igualdad all� donde el mercado excluye y abandona. (Aplausos).

Es el Estado el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades sociales en un trabajo permanente de inclusi�n y creando oportunidades a partir del fortalecimiento de la posibilidad de acceso a la educaci�n, la salud y la vivienda, promoviendo el progreso social basado en el esfuerzo y el trabajo de cada uno. Es el Estado el que debe viabilizar los derechos constitucionales protegiendo a los sectores m�s vulnerables de la sociedad, es decir, los trabajadores, los jubilados, los pensionados, los usuarios y los consumidores. (Aplausos). Actuaremos como lo que fuimos y seguiremos siendo siempre: hombres y mujeres comunes, que quieren estar a la altura de las circunstancias asumiendo con dedicaci�n las grandes responsabilidades que en representaci�n del pueblo nos confieren. (Aplausos).

Estamos dispuestos a encarar junto a la sociedad todas las reformas necesarias y para ello tambi�n utilizaremos los instrumentos que la Constituci�n y las leyes contemplan para construir y expresar la voluntad popular. Vamos a apoyarnos en la Constituci�n para construir una nueva legitimidad de las leyes, que vaya m�s all� de la prepotencia del m�s fuerte. Un Estado no puede tener legitimidad si su pueblo no ratifica el fundamento primario de sus gobernantes. De la misma manera que luchamos contra la pobreza econ�mica tendremos una conducta sin dobleces para impedir la pobreza c�vica. (Aplausos). S�lo cuando el Gobierno se desentiende del pueblo es que toda la sociedad empobrece, no s�lo econ�micamente sino moral y culturalmente.

Somos conscientes de que ninguna de esas reformas ser�n productivas y duraderas si no creamos las condiciones para generar un incremento de la calidad institucional. La calidad institucional supone el pleno apego a las normas y no una Argentina que por momentos aparece ante el mundo como un lugar donde las violaci�n de las leyes no tiene castigo legal ni social. A la Constituci�n hay que leerla completa. La seguridad jur�dica debe ser para todos, no solamente para los que tienen poder o dinero. (Aplausos).

No habr� cambio confiable si permitimos la subsistencia de �mbitos de impunidad. Una garant�a de que la lucha contra la corrupci�n y la impunidad ser� implacable, fortalecer� las instituciones sobre la base de eliminar toda posible sospecha sobre ellas.

Rechazamos de plano la identificaci�n entre gobernabilidad e impunidad que algunos pretenden. Gobernabilidad no es ni puede ser sin�nimo de impunidad. Gobernabilidad no es ni puede ser sin�nimo de acuerdos oscuros, manipulaci�n pol�tica de las instituciones o pactos espurios a espaldas de la sociedad. (Aplausos).

Este combate es una tarea conjunta del Poder Ejecutivo, el Congreso y el Poder Judicial, pero tambi�n de la sociedad porque no podemos ignorar que es de esa misma sociedad de donde provienen los hombres y mujeres que integran las instituciones p�blicas y privadas.

Cambio responsable, calidad institucional, fortalecimiento del rol de las instituciones con apego a la Constituci�n y a la ley y fuerte lucha contra la impunidad y la corrupci�n deben presidir no s�lo los actos del Gobierno que comenzaremos sino toda la vida institucional y social de la Rep�blica.

Queremos ser la generaci�n de argentinos que reinstale la movilidad social ascendente, pero que tambi�n promueva el cambio cultural y moral que implica el respeto a las normas y las leyes. En este marco conceptual queremos expresar los ejes directrices en materia de relaciones internacionales, manejo de la econom�a, los procesos de la salud, la educaci�n, la contenci�n social a desocupados y familias en riesgo y los problemas que plantean la seguridad y la justicia en una sociedad democr�tica.

Profundizar la contenci�n social de las familias en riesgo, garantizando subsidios al desempleo y asistencia alimentaria, consolidando una verdadera red federal de pol�ticas sociales integrales para que quienes se encuentran por debajo de la l�nea de pobreza puedan tener acceso a la educaci�n, la salud p�blica y la vivienda. (Aplausos).

Reinstalar la movilidad social ascendente que caracteriz� a la Rep�blica Argentina requiere comprender que los problemas de la pobreza no se solucionan desde las pol�ticas sociales sino desde las pol�ticas econ�micas. (Aplausos). Sabemos que hay que corregir errores y mejorar m�todos en la forma de asignaci�n de la ayuda social. (Aplausos). Pero es imprescindible advertir que la tragedia c�vica del clientelismo pol�tico no es producto de la asistencia social como gesti�n de Estado, sino de la desocupaci�n como consecuencia de un modelo econ�mico. (Aplausos). En nuestro pa�s la aparici�n de la figura del cliente pol�tico es coet�nea con la del desocupado. Mientras en la Rep�blica Argentina hubo trabajo, nadie fue reh�n de un dirigente partidario. (Aplausos).

Al drama de la desaparici�n del trabajo y el esfuerzo como el gran articulador social, se sum� el derrumbe de la educaci�n argentina. No hay un factor mayor de cohesi�n y desarrollo humano que promueva m�s la inclusi�n que el aseguramiento de las condiciones de acceso a la educaci�n, formidable herramienta que construye identidad nacional y unidad cultural, presupuestos b�sicos de cualquier pa�s que quiera ser Naci�n.

Una sociedad como la que queremos promover debe basarse en el conocimiento y en el acceso de todos a ese conocimiento. La situaci�n de la educaci�n argentina revela dos datos vinculados a su problema central, que es la calidad de la ense�anza. Por un lado, una creciente anarqu�a educativa, y por el otro, la crisis de los sistemas de formaci�n docente. Ambos afectan severamente la igualdad educativa. El �ltimo sistema nacional de formaci�n docente fue el de nuestras viejas y queridas maestras normales. Criticado por enciclopedista, memorista y repetitivo, pero nuestra generaci�n fue la �ltima formada en esa escuela p�blica y la calidad de la educaci�n era superior a la que hoy tenemos.

Aquel viejo sistema no fue suplantado por otro. Por si esto fuera poco se le agreg� con muy buena intenci�n, pero con resultado dudoso, lo que quiso ser la federalizaci�n de la educaci�n que trat� de lograr autonom�a, objetivo con el que estamos de acuerdo, pero se termin� en un grado cierto de anarqu�a en los contenidos curriculares y en los sistemas funcionales. La igualdad educativa es para nosotros un principio irrenunciable (Aplausos) no s�lo como actitud �tica, sino esencialmente como responsabilidad institucional. Debemos garantizar que un chico del Norte argentino tenga la misma calidad educativa que un alumno de la Capital Federal. (Aplausos).

Es correcto que las provincias dirijan y administren el sistema de prestaci�n del servicio educativo, pero el Estado nacional debe recuperar su rol en materia de planificaci�n , contenidos de la educaci�n y sistemas de formaci�n y evaluaci�n docente. Garantizar la igualdad educativa de norte a sur es aportar a la formaci�n de una verdadera conciencia e identidad nacional.

En el campo de la salud, el Estado asumir� un rol articulador y regulador de la salud p�blica integral sumando los esfuerzos de los subsectores p�blicos provinciales y nacionales, privados y de obras sociales, orientado a consolidar las acciones que posibiliten generar accesibilidad a las prestaciones m�dicas y a los medicamentos para toda la poblaci�n.

La Ley de prescripci�n por el nombre gen�rico de los medicamentos recientemente reglamentada, ser� aplicada con todo el vigor, (aplausos), y el Programa Remediar, de gratuita distribuci�n de medicamentos ambulatorios, continuar�. (Aplausos)

Es objetivo de gobierno concretar un Sistema Nacional de Salud, que se consolidar� en una red en la que el hospital p�blico ser� un eje referencial, con los dem�s centros de salud, p�blicos o privados, para ser pilares estrat�gicos de la atenci�n primaria de salud, integr�ndose con las pol�ticas de contenci�n social para avanzar en la tarea de prevenci�n.

El objetivo de dar salud a los argentinos impone que se asuman pol�ticas de Estado que sean impermeables a las presiones interesadas, por poderosas que sean, provengan de donde provengan. (Aplausos).

Entre los fundamentales e insustituibles roles del Estado ubicamos los de ejercer el monopolio de la fuerza y combatir cualquier forma de impunidad del delito, para lograr seguridad ciudadana y justicia en una sociedad democr�tica en la que se respeten los derechos humanos.

El cumplimiento estricto de la ley que exigiremos en todos los �mbitos debe tener presente las circunstancias sociales y econ�micas que han llevado al incremento de los delitos en funci�n directa del crecimiento de la exclusi�n, la marginalidad y la crisis que recorren todos los pelda�os de las sociedad.

Pero tambi�n hay que comprender que, como sociedad, hace tiempo que carecemos de un sistema de premios y castigos. En lo penal, en lo impositivo, en lo econ�mico, en lo pol�tico, y hasta en lo verbal, hay impunidad en la Argentina. En nuestro pa�s, cumplir la ley no tiene premio ni reconocimiento social. (Aplausos).

En materia de seguridad no debe descargarse s�lo sobre la polic�a la responsabilidad de la detecci�n de las situaciones de riesgo que sirve de base al desarrollo de la delincuencia. Son el Estado y la sociedad en su conjunto los que deben actuar participativa y coordinadamente para la prevenci�n, detecci�n, represi�n y castigo de la actividad ilegal.

Una sociedad con elevados �ndices de desigualdad, empobrecimiento, desintegraci�n familiar, falta de fe y horizontes para la juventud, con impunidad e irresponsabilidad, siempre ser� escenario de altos niveles de inseguridad y violencia. Una sociedad dedicada a la producci�n y proveedora de empleo dignos para todos resultar� un indispensable apoyo para el combate contra el delito (Aplausos).

Para comprender la problem�tica de la seguridad encontramos soluciones que no s�lo se deben leer en el C�digo Penal, hay que leer tambi�n la Constituci�n Nacional en sus art�culos 14 y 14 bis, cuando establecen como derechos de todos los habitantes de la Naci�n el derecho al trabajo, a la retribuci�n justa, a las condiciones dignas y equitativas de labor, a las jubilaciones y pensiones m�viles, al seguro social obligatorio, a la compensaci�n econ�mica familiar y al acceso a una vivienda digna, entre otros. (Aplausos).

El Estado debe ser esclavo de la ley para enfrentar el delito, pero no puede aceptar extorsiones de nadie, ni de quienes aprovechan una posici�n de fuerza en cualquiera de los poderes del Estado o en la econom�a, ni de quienes usan la necesidad de los pobres para fines partidistas.

La paz social, el respeto a la ley, a la defensa de la vida y la dignidad son derechos inalienables de todos los argentinos.

El delito es delito, sea de guante blanco, sea de naturaleza com�n, sea de mafias organizadas. (Aplausos).

Gobernabilidad es garantizar la prestaci�n de un servicio de justicia pr�ximo al ciudadano, con est�ndares de rendimiento, de eficiencia y de equidad que garanticen una real seguridad jur�dica para todos los habitantes, cualquiera sea su situaci�n econ�mica o social.

En el plano de la econom�a es donde m�s se necesita que el Estado se reconcilie con la sociedad. No puede ser una carga que termine agobiando a todas las actividades, ni igual�ndolas hacia abajo con pol�ticas de ajuste permanente a los que menos tienen.

El objetivo b�sico de la pol�tica econ�mica ser� el de asegurar un crecimiento estable, que permita una expansi�n de la actividad y del empleo constante, sin las muy fuertes y bruscas oscilaciones de los �ltimos a�os.

El resultado debe ser la duplicaci�n de la riqueza cada quince a�os, y una distribuci�n tal que asegure una mayor distribuci�n del ingreso y, muy especialmente, que fortalezca nuestra clase media y que saque de la pobreza extrema a todos los compatriotas. (Aplausos).

Para alcanzar tales objetivos respetaremos principios fundamentales que ayuden a consolidar lo alcanzado y permitan los avances necesarios.

La sabia regla de no gastar m�s de lo que entra debe observarse. El equilibrio fiscal debe cuidarse. Eso implica m�s y mejor recaudaci�n y eficiencia y cuidado en el gasto. El equilibrio de las cuentas p�blicas, tanto de la Naci�n como de las provincias, es fundamental.

El pa�s no puede continuar cubriendo el d�ficit por la v�a del endeudamiento permanente ni puede recurrir a la emisi�n de moneda sin control, haci�ndose correr riesgos inflacionarios que siempre terminan afectando a los sectores de menos ingresos.

Ese equilibrio fiscal tan importante deber� asentarse sobre dos pilares: gasto controlado y eficiente e impuestos que premien la inversi�n y la creaci�n de empleo y que recaigan all� donde hay real capacidad contributiva.

Mantenimiento del equilibrio fiscal y trajes a rayas para los grandes evasores, en la seguridad de que si imponemos correctamente a los poderosos el resto del pa�s se disciplinar�. (Aplausos).

Terminaremos con la Argentina donde el hilo se corta por lo m�s delgado y en eso actuaremos con energ�a, porque no es posible una econom�a sin esfuerzo y no alcanzar� para ayudar a los desprotegidos si no hay cumplimiento impositivo. Quien no cumple sus obligaciones impositivas les resta posibilidades de ascenso social a los dem�s. La evasi�n es la contracara de la solidaridad social que exigiremos. (Aplausos).

Debemos asegurar la existencia de un pa�s normal, sin sobresaltos, con el sector p�blico y el sector privado cada uno en sus respectivos roles. Hay que dotar a la Rep�blica Argentina de buena administraci�n, gobernabilidad, estabilidad con inclusi�n y progreso social y competitividad.

Con equilibrio fiscal, la ausencia de rigidez cambiaria, el mantenimiento de un sistema de flotaci�n con pol�tica macroecon�mica de largo plazo determinada en funci�n del ciclo de crecimiento, el mantenimiento del super�vit primario y la continuidad del super�vit externo nos har�n crecer en funci�n directa de la recuperaci�n del consumo, de la inversi�n y de las exportaciones.

Sabemos que la capacidad de ahorro local, y, por ende, el financiamiento local, es central en todo proceso de crecimiento sostenido. Ello requiere estabilidad de precios, entidades financieras s�lidas y volcadas a prestar al sector privado, personas y empresas, con eficiencia operativa y tasas razonables.

El desarrollo del mercado de capitales con nuevos instrumentos, con transparencia, con seguridad, es fundamental para recuperar la capacidad de ahorro y para alejarnos definitivamente de las crisis financieras internas, que en los �ltimos 20 a�os han golpeado fuertemente y por tres veces a los ahorristas y depositantes.

Los fondos externos deben ser complementarios a este desarrollo de los mercados locales y su gran atractivo est� ligado a que sean fondos de inversi�n extranjera directa -inversi�n productiva-, que no s�lo aportan recursos sino tambi�n traen aparejado progresos en la tecnolog�a de procesos y productos.

Nuestro pa�s debe estar abierto al mundo, pero abierto al mundo de una manera realista, dispuesto a competir en el marco de pol�ticas de preferencia regional y fundamentalmente a trav�s del MERCOSUR, (aplausos), y de pol�ticas cambiarias flexibles acordes a nuestras productividades relativas y a las circunstancias del contexto internacional.

El crecimiento requerir� de una demanda creciente que aliente las inversiones, tanto para atender el mercado interno como a las exportaciones.

Al contrario del modelo de ajuste permanente, el consumo interno estar� en el centro de nuestra estrategia de expansi�n. (Aplausos).

Precisamente para cumplir con esta idea de consumo en permanente expansi�n, la capacidad de compra de nuestra poblaci�n deber� crecer progresivamente por efecto de salarios, por el n�mero de personas trabajando y por el n�mero de horas trabajadas. Esas tres variables juntas definen la masa de recursos que ir�n al consumo y al ahorro local y su evoluci�n no puede ser fruto de una fantas�a o de puro voluntarismo.

En nuestro proyecto nacional trabajaremos de la �nica manera seria que es crear un c�rculo virtuoso donde la masa de recursos crece -crece si la producci�n crece- y la producci�n aumenta si tambi�n lo hace la masa de recursos.

Avanzaremos simult�neamente en forma cuidadosa y progresiva creando las condiciones para producir m�s y distribuir lo que efectivamente se produzca.

Nuestras mejores posibilidades se ubican en torno al avance de la calidad institucional en el marco de una econom�a seria y cre�ble.

Trabajando en torno a estos principios, sin espectacularidades ni brusquedad en el cambio, seriamente, paso a paso, como cualquier pa�s normal del mundo, podremos cumplir con los objetivos y cumplir hacia adentro y hacia fuera con nuestras obligaciones y compromisos.

Acortando los plazos, el Estado se incorporar� urgentemente como sujeto econ�mico activo, apuntando a la terminaci�n de las obras p�blicas inconclusas, la generaci�n de trabajo genuino y la fuerte inversi�n en nuevas obras. (Aplausos). No se tratar� de obras fara�nicas, apuntaremos m�s a cubrir las necesidades de vivienda y de infraestructura en sectores cr�ticos de la econom�a para mejorar la calidad de vida y a perfilar un pa�s m�s competitivo, distribuyendo la inversi�n con criterio federal y desarrollando nuestro perfil productivo.

Tenemos que volver a planificar y ejecutar obra p�blica en la Argentina, para desmentir con hechos el discurso �nico del neoliberalismo que las estigmatiz� como gasto p�blico improductivo. (Aplausos). No estamos inventando nada nuevo, los Estados Unidos en la d�cada del treinta superaron la crisis econ�mica financiera m�s profunda del siglo que tuvieron de esa manera.

La construcci�n m�s intensiva de viviendas, las obras de infraestructura vial y ferroviaria, la mejor y moderna infraestructura hospitalaria, educativa y de seguridad, perfilar�n un pa�s productivo en materia de industria agroalimentaria, turismo, energ�a, miner�a, nuevas tecnolog�as, transportes, y generar�n nuevos puestos de trabajo genuinos.

Produciremos cambios en el sistema impositivo para tornarlo progresivo, lo que permitir� luego reducir al�cuotas en funci�n de la mejora en la recaudaci�n, ampliada como quedar� la base imponible y eliminadas que sean las exenciones no compatibles con la buena administraci�n. Eso nos dar� solidez y solvencia fiscal.

Forma parte de nuestra decisi�n cumplimentar con aquello que fue mandato constitucional del '94 y que lamentablemente hasta hoy no se ha cumplido. Darnos una nueva ley de coparticipaci�n federal no s�lo implica nueva distribuci�n y nuevas responsabilidades sino el dise�o de un nuevo modelo de pa�s. (Aplausos).

No se puede recurrir al ajuste ni incrementar el endeudamiento. No se puede volver a pagar deuda a costa del hambre y la exclusi�n de los argentinos, (aplausos), generando m�s pobreza y aumentando la conflictividad social. La inviabilidad de ese viejo modelo puede ser a advertida hasta por los propios acreedores, que tienen que entender que s�lo podr�n cobrar si a la Argentina le va bien. (Aplausos)

Este modelo de producci�n, trabajo y crecimiento sustentable y con reglas claras, generar� recursos fiscales, solvencia macroecon�mica y sustentabilidad fiscal creando las condiciones para generar nuevo y mayor valor agregado, tienen adem�s que permitir negociar con racionalidad para lograr una reducci�n de la deuda externa.

Este gobierno seguir� principios firmes de negociaci�n con los tenedores de deuda soberana en la actual situaci�n de default, de manera inmediata y apuntando a tres objetivos: la reducci�n de los montos de la deuda, la reducci�n de las tasas de inter�s y la ampliaci�n de los plazos de madurez y vencimiento de los bonos.

Sabemos que nuestra deuda es un problema central. No se trata de no cumplir, de no pagar. No somos el proyecto del default. Pero tampoco podemos pagar a costa de que cada vez m�s argentinos vean postergado su acceso a la vivienda digna, a un trabajo seguro, a la educaci�n de sus hijos, o a la salud. (Aplausos).

Creciendo nuestra econom�a crecer� nuestra capacidad de pago.

En materia de defensa, actuaremos con un concepto integral de la defensa nacional, integrando la contribuci�n de la acci�n de nuestras Fuerzas Armadas en pro del desarrollo, trabajando para su modernizaci�n e impulsando la investigaci�n cient�fica tecnol�gica en coordinaci�n con otros organismos gubernamentales, para que sin apartarse de su actividad principal puedan contribuir al bienestar general de la poblaci�n.

Queremos a nuestras Fuerzas Armadas altamente profesionalizadas, prestigiadas por el cumplimiento del rol que la Constituci�n les confiere y por sobre todas las cosas, comprometidas con el futuro y no con el pasado. (Aplausos).

Desde este proyecto nacional la Rep�blica Argentina se integrar� al mundo dando pasos concretos hacia consensos pol�ticos basados en el fortalecimiento del derecho internacional, el respeto a nuestras convicciones, la historia y las prioridades nacionales.

Partidarios hacia la pol�tica mundial de la multilateralidad como somos, no debe esperarse de nosotros alineamientos autom�ticos sino relaciones serias, maduras y racionales que respeten las dignidades que los pa�ses tienen. (Aplausos)

Nuestra prioridad en pol�tica exterior ser� la construcci�n de una Am�rica Latina pol�ticamente estable, pr�spera, unida, con bases en los ideales de democracia y de justicia social. (Aplausos).

Venimos desde el sur de la Patria, de la tierra de la cultura malvinera y de los hielos continentales y sostendremos inclaudicablemente nuestro reclamo de soberan�a sobre las Islas Malvinas. (Aplausos).

EL MERCOSUR y la integraci�n latinoamericana, deben ser parte de un verdadero proyecto pol�tico regional y nuestra alianza estrat�gica con el MERCOSUR, que debe profundizase hacia otros aspectos institucionales que deben acompa�ar la integraci�n econ�mica, y ampliarse abarcando a nuevos miembros latinoamericano, se ubicar� entre los primeros puntos de nuestra agenda regional. (Aplausos)

Una relaci�n seria, amplia y madura con los Estados Unidos de Am�rica y los Estados que componen la Uni�n Europea, es lo que debe esperarse de nosotros, el estrechamiento de v�nculos con otras naciones desarrolladas y con grandes naciones en desarrollo del Oriente lejano y una participaci�n en pro de la paz y la obtenci�n de consenso en �mbitos como la Organizaci�n de las Naciones Unidas para que efectivamente se comprometa con eficacia en la promoci�n del desarrollo social y econ�mico ayudando al combate contra la pobreza. (Aplausos)

La lucha contra el terrorismo internacional, que tan profundas y horribles huellas ha dejado en la memoria del pueblo argentino, nos encontrar� dispuestos y atentos para lograr desterrarlos de entre los males que sufre la humanidad.

La inserci�n comercial de la Argentina ocupa un lugar central en la agenda de gobierno. Consolidar la pol�tica comercial como una pol�tica de Estado permanente que trascienda la duraci�n de los mandatos de gobierno y cuente con la concurrencia del sector privado, de la comunidad acad�mica, de la sociedad civil en general, ser� un objetivo estrat�gico de primer orden de esta administraci�n.

Profundizar la estrategia de apertura de mercados, incrementar sustancialmente nuestro intercambio con el resto del mundo, diversificar exportaciones hacia bienes con mayor valor agregado, desconcentrar ventas por destino y multiplicar el n�mero de exportadores de modo que los beneficiarios del comercio exterior se derramen sobre todas nuestras ramas productivas.

La apertura masiva de nuevos mercados exige la negociaci�n simult�nea y permanente en todos los foros de negociaci�n que involucren a nuestro pa�s.

Finalmente, no se trata de agotar en estas l�neas la totalidad del curso de acci�n que seguiremos; no creemos en los cat�logos de buenas intenciones, queremos expresar el sentido y la direcci�n de las cosas que haremos. Se trata de abordar de una manera distinta los principales temas identificando adecuadamente los verdaderos problemas de la agenda social con la finalidad que el conjunto sepa c�mo ayudar, c�mo sumar, c�mo ayudar a corregir.

Pensamos el mundo en argentino, desde un modelo propio. Este proyecto nacional que expresamos, convoca a todos y cada uno de los ciudadanos argentinos y por encima y por fuera de los alineamientos partidarios a poner mano a la obra de este trabajo de refundar la patria.

Sabemos que estamos ante un final de �poca; atr�s qued� el tiempo de los l�deres predestinados, los fundamentalistas, los mesi�nicos. La Argentina contempor�nea se deber� reconocer y refundar en la integraci�n de tipos y grupos org�nicos con capacidad para la convocatoria transversal en el respeto por la diversidad y el cumplimiento de objetivos comunes. (Aplausos)

Tenemos testimonio de gesti�n y resultados, somos parte de esta nueva generaci�n de argentinos que en forma abierta y convocante y desde la propuesta de un modelo argentino de producci�n, trabajo y crecimiento sustentable, llama al conjunto social para sumar, no para dividir; para avanzar y no para retroceder. En s�ntesis, para ayudarnos mutuamente a construir una Argentina que nos contenga y que nos exprese como ciudadanos.

Convocamos al trabajo, al esfuerzo, a la creatividad para que nos hagamos cargo de nuestro futuro, para que concretemos los cambios necesarios para forjar un pa�s en serio, un pa�s normal con esperanza y con optimismo.

Formo parte de una generaci�n diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sum� a las luchas pol�ticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada. (Aplausos)

No creo en el axioma de que cuando se gobierna se cambia convicci�n por pragmatismo. Eso constituye en verdad un ejercicio de hipocres�a y cinismo. So�� toda mi vida que �ste, nuestro pa�s, se pod�a cambiar para bien. Llegamos sin rencores, pero con memoria. Memoria no s�lo de los errores y horrores del otro, sino tambi�n es memoria sobre nuestras propias equivocaciones. (Aplausos). Memoria sin rencor que es aprendizaje pol�tico, balance hist�rico y desaf�o actual de gesti�n.

Con la ayuda de Dios, seguramente se podr� iniciar un nuevo tiempo que nos encuentre codo a codo en la lucha por lograr el progreso y la inclusi�n social. Poniendo en una bisagra la historia, con mis verdades relativas, en las que creo profundamente pero que s� que se deben integrar con las de ustedes para producir frutos genuinos, espero la ayuda de vuestro aporte.

No he pedido ni solicitar� cheques en blanco. Vengo, en cambio, a proponerles un sue�o: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Naci�n; vengo a proponerles un sue�o que es la construcci�n de la verdad y la Justicia; vengo a proponerles un sue�o que es el de volver a tener una Argentina con todos y para todos. Les vengo a proponer que recordemos los sue�os de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra generaci�n que puso todo y dej� todo pensando en un pa�s de iguales. Pero s� y estoy convencido de que en esta simbiosis hist�rica vamos a encontrar el pa�s que nos merecemos los argentinos.

Vengo a proponerles un sue�o: quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un pa�s serio, pero, adem�s, quiero un pa�s m�s justo.

Anhelo que por estos caminos se levante a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa Naci�n: la nuestra.

Muchas gracias. �Viva la patria!


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