Un escenario pol�tico in�dito
por Rosendo Fraga
[14 de Mayo de 2003]
La renuncia de Menem a competir en la segunda vuelta, no registra demasiados antecedentes. Hay casos de quien qued� segundo en la primera vuelta, pero nunca de quien result� primero.
No parece muy coherente con su personalidad renunciar a un desaf�o de este tipo, pero hace un lustro, cuando el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires Eduardo Duhalde lo desafi� con un plebiscito respecto a su eventual tercera presidencia, Menem opt� con realismo por desistir de un proyecto de cumplimiento imposible como era ser reelecto nuevamente en 1999.
Los sondeos muestran en forma coincidente que Menem se encaminaba a una derrota contundente y la discusi�n es s� habr�a 2 o 3 votos por Kirchner por cada uno de �l.
En su alrededor, la presi�n para que desistiera tuvo una l�gica muy concreta. Menem ha ganado en trece de los veinticuatro distritos y en m�s de un tercio de los municipios del pa�s.
En una pol�tica en la cual el factor �territorial� cada vez pesa m�s, los gobernadores, intendentes y dirigentes locales que han apoyado al ex presidente, prefieren dejar las cosas en la primera vuelta con sus victorias en muchos casos, antes de ser derrotados el 18 de mayo y en consecuencia quedar debilitados para las elecciones provinciales y comunales que tendr�n lugar en los pr�ximos meses.
Pero este argumento, que requerir�a por parte del ex presidente reconocer con generosidad que a las estructuras que lo acompa�aron en la primera vuelta las beneficia m�s que perjudica, desistiendo de la segunda vuelta, se oponen las razones de su entorno, de que si renuncia habr� terminado pol�ticamente.
La realidad es que Menem ha dejado de ser una opci�n de poder. Ya no habr� Menem 2007 o 2011, aunque los ex presidentes pueden prolongar su influencia en la pol�tica argentina, como lo demostr� Alfons�n durante m�s de una d�cada.
Institucionalmente, la mayor�a de los constitucionalistas sostienen que de renunciar una de las f�rmulas la Asamblea Legislativa consagra autom�ticamente a la que queda, m�s all� de que alguien intente alguna presentaci�n judicial para forzar una segunda vuelta con el candidato que siga.
Pero pol�ticamente, cabe la pregunta de que si al asumir Kirchner con s�lo el 22% de los votos de la primera vuelta, no quedar� como un gobierno muy d�bil en su origen, poniendo en riesgo la futura gobernabilidad.
Dicho porcentaje es el m�s bajo obtenido por un Presidente en la historia argentina, ya que es inferior al que tuvo Illia en 1963. El futuro presidente se ver�a privado del respaldo de una segunda vuelta en la cual puede obtener el m�ximo porcentaje alcanzado en una elecci�n argentina, dado que s�lo Irigoyen y Per�n en sus reelecciones superaron el 60%.
Pero esta contraposici�n entre la primera y la segunda vuelta, debe llevar a la reflexi�n sobre el hecho de que la pol�tica argentina hoy requiere m�s de valores como el acuerdo, el consenso, la negociaci�n y de instrumentos como los pactos y las coaliciones, antes que pensar en liderazgos hegem�nicos como en el pasado.
Un triunfo mayoritario en la segunda vuelta, fortalece a Kirchner pero no borra los efectos de la primera, que reflejan la voluntad primaria de la sociedad.
Desde esta perspectiva, no es tan grande la diferencia pol�tica en funci�n de la gobernabilidad como en primera instancia parece.
La renuncia de Menem si bien puede llevar a Kirchner a asumir con una base electoral reducida, puede tambi�n convertirse en el hecho que ponga en evidencia que en esta instancia de la vida argentina, s�lo un gobierno que recurra a la uni�n nacional como objetivo, convocando a todas las corrientes pol�ticas y reuniendo a los hombres m�s capaces, podr� lograr la gobernabilidad.
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