La del 14 de octubre será la campaña electoral más corta de la historia argentina. No por razones jurídicas o
normativas, sino porque la prioridad de la opinión publica está en la crisis económico-social y la gente no percibe una
relación directa entre los posibles resultados electorales y la vida cotidiana, afectada por el temor al desempleo y la incertidumbre.
El atentado terrorista sufrido por los EE.UU. el 11 de setiembre, a un mes de los comicios, concurre a ubicar la elección en un segundo
plano.
Pese a esta falta de interés de los votantes, la elección es relevante por dos razones.
La primera, es política. Además de renovarse la mitad de la Cámara de Diputados electa en 1997, se renueva el Senado a
través del voto directo por primera vez y por única oportunidad se elegirá completo, dado que de ahora en más, se
renovará por tercios cada dos años.
La segunda, es económica. El resultado electoral determinará las condiciones de gobernabilidad de la Argentina en la segunda parte
del mandato presidencial de De la Rúa.
Habiendo ganado con el 48% de los votos en 1999, De la Rúa enfrentó fuertes dificultades políticas para gobernar en los dos
primeros años. La crisis de la Alianza generada por la renuncia de Álvarez primero y el protagonismo de Alfonsín como
líder de la UCR después, junto con un liderazgo presidencial débil, acentuado por los problemas derivados de una
situación económica muy grave y una crisis social inédita.
La conjetura lógica es que con una probable derrota electoral del oficialismo a nivel nacional -como anticipan los sondeos- en la cual
además se pondrá en evidencia la crisis de la Alianza -se presenta como tal sólo en 11 de los 24 distritos- y con la UCR
mostrando que no apoya al Presidente a través de los discursos de sus principales candidatos, las dificultades de gobernabilidad
serán mayores en los próximos dos años que en los ya transcurridos.
El interrogante central entonces no está en la elección, donde además la incertidumbre sobre el posible resultado es muy
baja, sino en el escenario post-electoral.
Ante la pregunta de cómo se mantendrá la gobernabilidad, la respuesta es que la clave estará en el Partido
Justicialista.
El PJ además de ganar la elección, continuará hasta el 2003 gobernando la mayoría de las provincias incluyendo las
más importantes y además seguramente será la primera fuerza en ambas cámaras del Congreso.
Con una Alianza en crisis y la UCR sin compartir las políticas del Presidente, la capacidad de acuerdo entre De la Rúa y el PJ
será la clave central de la gobernabilidad post-electoral.
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