Colombia: �Un referendo suicida?
Juan Fernando Londo�o O. [24 de Febrero de 2003]
Una de las razones por las cuales el Presidente colombiano Alvaro Uribe V�lez goza de m�rgenes de respaldo ciudadano cercanos al 70 por ciento es su coherencia entre lo que prometi� en la campa�a y lo que hace en el gobierno. El Presidente ha respetado sus promesas electorales y ha sido persistente en tratar de no defraudar a quienes votaron por sus ideas. Una de las propuestas m�s llamativas fue la realizaci�n de un referendo para combatir la corrupci�n y reformar la pol�tica. Parad�jicamente, el cumplimiento de esta promesa podr�a convertirse en la principal amenaza a su propia gesti�n de gobierno.
El Presidente propuso alcanzar este objetivo mediante iniciativas tales como adoptar un congreso unicameral, eliminar privilegios de jubilaci�n, suprimir distintas instituciones p�blicas que en su concepto despilfarraban recursos y hacer m�s dr�sticas las penas para el tratamiento de los delitos relacionados con la corrupci�n pol�tica.
Uribe V�lez pudo haber pasado dichas reformas f�cilmente por la v�a legislativa normal, gracias al amplio apoyo popular con que goza y a las bancadas mayoritarias que lo respaldan en el Congreso. Pese a ello, insisti� en tramitar dicha reforma utilizando un referendo como mecanismo de consulta a la ciudadan�a.
Durante el proceso de discusi�n y tr�mite del referendo, los objetivos iniciales del mismo se complementaron con la necesidad de incorporar elementos del ajuste fiscal que el gobierno necesita como parte de su pol�tica econ�mica, al igual que con otra serie de decisiones como la penalizar nuevamente el porte de dosis personales de droga (despenalizada por la corte constitucional varios a�os atr�s) y la pr�rroga del per�odo de las autoridades locales, que ha sido la norma m�s pol�mica del cuestionario.
En este proceso, el referendo acumul� 17 preguntas que van desde el tama�o del Congreso, la destinaci�n de los recursos de las rentas petrol�feras que reciben los municipios, la congelaci�n de los salarios p�blicos hasta la pr�rroga de un a�o de gobierno a los alcaldes, entre otros.
En el camino, el Presidente perdi� algunos de los aliados iniciales del proyecto que consideraron que la versi�n final no se ajustaba a la propuesta original, al tiempo que redujo los temores de ruptura institucional que algunos visualizaron ante la propuesta inicial de revocar a los congresistas actuales y llamar a nuevas elecciones.
El texto del referendo se encuentra en consideraci�n de la Corte Constitucional, una vez sea evaluado y en caso de que lo considere ajustado a la constituci�n, el Presidente podr� convocar a la votaci�n respectiva.
Los presagios no son buenos para el referendo. Por una parte, es la primera vez que despu�s de la Constituci�n de 1991 se convoca a una votaci�n de este tipo. Muchos analistas prev�n una gran apat�a dada la tradici�n de abstencionismo hist�rico cercano al 60 por ciento. De hecho, la oposici�n al gobierno ha apostado por la abstenci�n como mecanismo de evitar la aprobaci�n del mismo. En la legislaci�n colombiana, para que el referendo sea v�lido debe acudir a las urnas al menos una cuarta parte del censo electoral, equivalente hoy en d�a a unos seis millones de votos.
Finalmente, la dificultad y diversidad de las preguntas hacen probable que los votantes escojan selectivamente sus contenidos antes que dar un aval general. En realidad, este es el gran problema del referendo, pues en lugar de tener un hilo coherente de reforma o lucha contra la corrupci�n, re�ne demasiados temas diversos y sin coherencia conceptual. En estas condiciones, el reto del gobierno ser� articular un mensaje coherente y atractivo para la uni�n.
Si el Presidente logra su prop�sito seguir� demostrando que es un hombre de victorias que parecen imposibles, como cuando gan� la Presidencia en la primera vuelta. Si no lo logra, bien por abstenci�n o por rechazo, ser� no s�lo una derrota para el gobierno, sino para la democracia participativa consagrada en la Constituci�n de 1991, pues en adelante ser� muy dif�cil que un Presidente se atreva a usarlo.
Muchos analistas podr�n decir, adem�s, que en su af�n de desarrollar su programa, el Gobierno ha empezado a suicidarse, desgastando el enorme capital pol�tico que le entregaron los colombianos. Lo que nadie podr� afirmar es que el Presidente no intent� cumplirle a quienes votaron por �l.
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