"Tras las municipales en Bolivia, ¿un escenario
nacional sin partidos?"
Por Jorge Lazarte R.
[Diciembre de 2004]
.- El contexto de crisis generalizada que vive el país ha convertido una
elección local municipal, la séptima directa desde la
instauración de la democracia en 1982, en una prueba de valor nacional.
El país sigue viviendo los efectos de la crisis que estalló en octubre
de 2003, cuyo levantamiento popular, el más dramático de las últimas
dos décadas, provocó la caída del gobierno. Por tanto los
resultados que ya se conocen de las recientes elecciones municipales de 5 de diciembre,
permiten poner de relieve algunas conclusiones políticas importantes de
alcance nacional.
Como se sabe, octubre encontró su salida institucional
en la posesión como Presidente del país, del que en el anterior
gobierno había sido el Vicepresidente de la República, pero dejó
intacto el poder de los partidos en el parlamento surgido de las elecciones
nacionales de junio de 2002. Políticamente lo que estuvo en juego fue
saber hasta qué punto la crisis de octubre impactó sobre la nueva
relación de fuerzas constituida en las elecciones de junio.
2.- Por de pronto debe decirse que esta fue la primera elección local
en la que la referencia al gobierno estuvo ausente, como no suele ocurrir en
este tipo de elecciones intermedias entre dos elecciones nacionales
, pues el gobierno actual no sólo no tuvo candidatos oficiales sino que
además es un gobierno sin partidos desde octubre de 2003. Los referentes
contextuales del voto fueron la crisis generalizada en el país, la crisis
política y de representación, y las Agrupaciones Ciudadanas
(ACs), y Pueblos Indígenas(PIs), cuya novedad quizá
contribuyó decididamente a elevar la participación electoral.
3.- Estas ACs y PIs fueron otro de los efectos de octubre, que
hizo inevitable su consagración constitucional, luego de que los partidos
habían resistido su viabilización durante muchos años,
a pesar de la demanda creciente de la opinión pública de desmonopolizar
la representación política. A partir de las reformas constitucionales
de febrero de 2004, las ACs y PIs son reconocidos como equivalentes funcionales
de los partidos, con requisitos de constitución y funcionamiento iguales.
Esta liberación de la representación política provocó
inicialmente una explosión de ACs y PIs, que en más de 900 expresaron
su propósito inicial de participar en el proceso electoral. Al final
participaron 341 ACs. y 63 PIs, junto a 17 partidos políticos.
4.- El proceso electoral fue corto, apenas un mes, que perjudicó a las
agrupaciones ciudadanas recién conformadas. Como podía esperarse
por la situación del país, la agenda electoral dominante fue una
mezcla de temas nacionales, como el empleo, y temas estrictamente locales. Uno
de los referentes discursivos más repetidos fue la idea vehiculada por
la cooperación internacional, del municipio productivo, cuyo
contenido nunca fue claro para la mayor parte de los candidatos, que en muchos
casos tuvieron que inventar sobre la marcha sus propuestas. El déficit
o ausencia de propuestas elaboradas y de planes de gobierno municipal,
hizo que muchos candidatos, amparándose en la idea de promover la participación
popular, aseguraran que lo que harían como alcaldes será
lo que lo pidan los vecinos, transfiriendo sobre los votantes una
responsabilidad propia de los que buscaban ser elegidos. .La improvisación
de muchos candidatos intentó ser cubierta por exhibiciones de atributos
personales en canto, cocina, rostro, música, deporte. De todos modos,
quizá esta fue la campaña electoral menos mediática y más
de puerta a puerta.
Lo que debía ser para todos una renovación de la política,
sobre todo después de octubre, terminó siendo una repetición
apenas disimulada de las prácticas clientelistas tradicionales, ya convertidas
en sentido común de la política.
5.- Una primera constatación del proceso electoral es el hundimiento
electoral de los que aún quedaban en pié como partidos tradicionales,
después del desplome en la elecciones de 2002 del sistema de partidos
constituido en 1985. El Movimiento
Nacionalista Revolucionario( MNR) y el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria,
(MIR), ambos de centro izquierda, que gobernaron con el anterior Presidente
de la República , ahora pagaron la factura pendiente de octubre
de 2003, perdiendo la mitad de los votos nacionales obtenidos en las elecciones
municipales de 1999, y más de la mitad en las diez ciudades más
importantes del país. El MNR. partido histórico de la revolución
de 1952, fue el más afectado, pues obtuvo el más bajo porcentaje
electoral de toda su historia, que apenas supera el 5 %, en la ciudades más
importantes y hoy es el quinto partido del país luego de haber sido el
primero en las dos últimas décadas. Sin embargo, estos partidos
seguirán sobredimensionados en el parlamento, pero sin peso electoral
en el país.
A esta derrota debe sumarse otra, la de Nueva Fuerza Republicana( NFR)., partido
de centro que se presenta como no tradicional y que estuvo a punto de ganar
las elecciones de junio de 2002. En las recientes elecciones ratificó
su declinación ostensible, expresada en su bastión de Cochabamba
donde logró menos del 10% de la votación cuando en elecciones
municipales anteriores, había ganado con más del 50%.
Globalmente estos resultados municipales son congruentes con los datos de encuestas
nacionales de los últimos meses sobre apoyo partidario.
6.- Sin embargo, esta recomposición de fuerzas, que de algún
modo prolonga los resultados del 2002, más que producir un nuevo mapa
político, deja vacíos de representación, pues los partidos
desplazados y pivotes durante años, no fueron reemplazados por otros.
Lo que existe ahora es un escenario político nacional con fuerte fragmentación
política, sin partidos nacionales, excepto el Movimiento al Socialismo(
MAS).
El MAS es un partido ganador con atenuantes y hoy es la primera
fuerza política del país, pero con una votación fuertemente
occidentalizada. Aunque saltó del 3 % en 1999 a más
del 20% en el 2004 , sus resultados fueron inferiores respecto a sus
expectativas y potencialidades dada la crisis del país y la de los partidos
tradicionales. Sus esfuerzos de moderación no
han cristalizado en un apoyo de la clase media, que sigue sintiéndose
sociológicamente ajena al MAS. y a su líder. El MAS
no ganó en ninguna capital de departamento y su votación es equivalente
a la de las elecciones de 2002. Podría decirse que las ACs y los PIs,
sobre todo estas últimas, le restaron votos.
Los otros dos pretendientes a partidos nacionales, el Movimiento Sin Miedo
(MSM). y la Unidad Nacional (UN), tienen, en el primer caso, una votación
regionalizada, particularmente en La Paz, y en el segundo, aún no es
de gravitación nacional.
7.- Los que ganaron fueron los líderes regionales que se
postularon a su reelección,, pero que tuvieron que abandonar a los partidos
que los habían hecho alcaldes en 1999, para convertirse en cabezas de
ACs. La posibilidad de recomponer el espacio político nacional a partir
de los lideres regionales es poco factible, dado que tienen un anclaje
y visión localista muy fuertes, como porque un intento de hacer lo mismo
hace algunos años con los generacionales, igualmente alcaldes
y caudillos exitosos, fracasó entre otras razones, porque ninguno de
ellos estaba dispuesto a ponerse debajo del otro. Otro que ganó indirectamente
fue el gobierno, pues el debilitamiento mayor de los partidos tradicionales
no muy afectos al Poder Ejecutivo, debilita también al parlamento y con
el que sus relaciones están crispadas desde hace varios meses.
8.- En cuanto a la novedad histórica de las Agrupaciones Ciudadanas
y Pueblos Indígenas, se puede decir que no estuvieron a la altura de
sus promesas que fue la incorporar una nueva forma de hacer política,
un estribillo que se repite en cada elección desde años. Quizá
ello explica que hayan obtenido mucho menos de la mitad de los votos potenciales
que daban las encuestas pre-electorales. La presencia de centenas de AC y PI
dispersó el voto entre ellos y los perjudicó a todos. Con todo
con su presencia contribuyeron a despartidizar aún más el voto
partidario que en elecciones anteriores sumaban 95% del electorado. En esta
primera elección con ACs y PIs es probable que el voto partidario hubiera
perdido alrededor del 20% en favor de las AC y PI y el doble si no tomamos en
cuenta al MAS.
Las ACs y PIs fueron impuestos desde fuera a partidos muy desprestigiados y
en crisis de funcionamiento. Sin embargo no parecen ser el remedio a la crisis
de representación política, que exige estructuras durables de
mediación entre Estado y ciudadanía. Esta nueva experiencia se
extenderá aún algunos años antes de que los partidos produzcan
su propia revolución,
y las ACs y PIs prueben que sólo existen por defecto.
9.- De todos modos, y pensando en las elecciones nacionales de 2007, no sería
razonable ningún intento de extrapolación. La anunciada Asamblea
Constituyente(AC) para mediados de 2005, puede cambiar las reglas y alterar
el juego de la política tan volátil en la coyuntura. El eclipsamiento
de partidos y fuerzas nacionales acentúa las tendencias centrífugas
y complicará ciertamente la tarea fundamental de la AC de refundar
el país.
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